Autor/es: Rafael Cepeda Clemente
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EL DÍDIMO
Bienaventurados los que no vieron…
Mete, mete tu dedo
hurga en mi mano y en mi costado,
no te importe si sufro:
soy el Siervo Sufriente.
¿Me ves? ¿Me oyes? ¿Hueles mi vaho
de lienzos y sepulcro, mi aroma
de cuerpo en mirra y áloes?
Acércate, Tomás, ¿Te espantas?
Nada temas: todavía no es el juicio.
Creo en tu incredulidad. Posa
tu dedo en mis heridas.
Ven a la luz, Tomás. ¿Tomás?
¡No eres Tomás! Desdichado guante
de la otra mano! Dídimo osado,
¿Cómo te atreves? Yo te condeno
a ser bienaventurado eternamente,
porque no viste, ¡no viste!,
así como es bienaventurado un idiota
que nada sabe, nada piensa,
nada siente, ni siquiera
la espina irritativa de una duda…
Rafael Cepeda Clemente (Cabaiguán, 1917-2006). Ministro de la Iglesia Presbiteriana Reformada en Cuba y destacado historiador eclesiástico.