Al mirar mi iglesia, sus bancos vacíos,
Me nació la duda y me inundó su frío.
Te dije: Dios mío, ¿seguirás conmigo,
con este mi pueblo y con nuestros hijos?
Mis antepasados, en las tierras bravas
gastaban su vida y a Tí se fiaban.
Mi abuelo, me dicen, al llegar el día,
Tu libro leía, tus salmos cantaba.
Y también mis padres, humildes, amables,
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