No existe sitio tan bajo donde podamos caer
del que Su Mano Gloriosa no nos pueda devolver.
Mas si en senderos dudosos insistimos deambular,
nuestra alma hastiada de males, su voz no sabrá escuchar.
El corazón enviciado solo ve lo material,
y una vez que lo ha logrado, sigue en su angustia inicial.
¿Cómo habrá de sustentarnos nuestro precario
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