Autor/es: Juan Abelardo Schvindt
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La rodean personas de las más diversas procedencias.
Pero anhelan y esperan estar junto a aquella otra:
en la que los rostros que se quieren se vivan,
y los olores y sabores que sólo desde la memoria tienen sentido ahora son liturgia y celebración,
sonrisa ausente que cobra vida... cercana y profunda
Es adviento - es navidad.
Cada día debería serlo:
ocasión de anuncio y celebración de promesas cumplidas.
Dios puede ser, también, río y camino....
río que baña las costas de nuestra vida...
camino que acerca el horizonte.
Al despedir el pasado, reafirmamos en el presente y recordamos, ¡recordamos cuánta vida se nos ha regalado!
No vida ausente de otras vidas, sino vida comprometida -
vida que crea la comunión a pesar de las distancias,
y celebra en medio de la dispersión
capaz de aliviar heridas en un mundo que clama por salud.
Testimonios de una nueva diáspora, hermana de la globalización. Una diáspora que duele, porque dispersa y fractura.
Y, aún así, sentimos que es posible seguir caminando.
No importa cómo sea el paso, lo que cuenta es no detenerse.
Sabemos que vamos tras mundos que todavía no conocemos
y corremos tras el anhelo de paisajes que aún no hemos visitado.
En medio de las dificultades del presente,
soñamos y pedimos por una nueva humanidad.
Anticipo en Belén, pero promesa para el fin de los tiempos.
El tiempo en el que Dios reunirá
-como un gran poema de redención-
a todos los pueblos y personas en redor de sí.
Por eso celebramos el adviento y esperamos en la Navidad. Celebración que hoy adquiere la fuerza de la profecía, y la esperanza la ternura de los sueños.
Desde la nostalgia por lo que se ha ido ...
desde la memoria por lo que viene ...
desde la certeza del absoluto presente,
Emmanuel ... ¡Dios con nosotros!
Bajo el esplendor de la maravillosa 'cruz del Sur',
¡nos deseamos un bendito tiempo de adviento
y una esperanzada navidad!
© Red de Liturgia y Recursos de Educación Cristiana de CLAI-CELADEC