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24 de abril de 2009

Gracias Amigo.

Autor/es: Kathy Galloway

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"Ya no los llamo siervos, los llamos amigos" (Juan 15)

Estaba cansada y ofreciste hacerme la comida y buscarme un lugar
tranquilo donde trabajar.

Estaba agotada y me dijiste: "¿Qué puedo hacer para ayudarte? Ya lo
sé, dejame que me ocupe de los niños"

Dudaba de mis dones y me dijiste sin vacilar: "¡Ah, pero esto está
muy bien!"

Te pregunté qué pensabas de lo que estaba haciendo, y tú
espontáneamente dijiste: "Lo importante es lo que piensas tú"

Estaba desesperada y, en lugar de compadecerme, me dijiste: "Ven y
haz otra cosa".
Viste a una mujer maltratada y te sentiste indignado en su lugar.

Te comprometiste porque yo te lo pedí, pero perseveraste porque
creíste en lo que estabas haciendo.

Dijiste lo que pensabas cuando todos los demás se quedaron callados.

Escuchaste cuando todos los demás estaban demasiado interesados en
hablar.

No me dijiste cómo ser una mujer, sino que hiciste algo más difícil:
tratar de comprender lo que ahora significa ser hombre.


Señor, por todos estos amigos - padres, hermanos, hijos, colegas,
extraños, compañeros - te doy gracias.
No porque siempre hayamos estado de acuerdo -que no lo hemos estado
-, sino porque siempre han estado comprometidos.
No porque siempre hayamos tenido razón -que no la hemos tenido- sino
porque siempre han persistido.
No porque siempre hayamos tenido éxito - que no lo hemos tenido -,
sino porque siempre se han preocupado por nosotras.

Por causa de ellos he podido creer en la posibilidad al menos de que
las iglesias, y no sólo las mujeres, sean solidarias con las mujeres.
Por su testimonio de Ti,
Su testimonio y su verdad,
Te pido que los bendigas,
Que ellos no te fallen a Ti y que nosotras no les fallemos a ellos.
Amén
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dijiste, siempre, tenido, sino, estaba

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