Autor/es: Paulo Coehlo
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Jesús debe haber pensado bien en sus actitudes. Sabía que ellas serían
comentadas por los siglos venideros y precisaba dar el ejemplo.
¿Su primer milagro? No fue curar un ciego, hacer andar a un cojo o
exorcizar a un demonio: fue transformar el agua en vino y animar una
fiesta.
¿Sus compañeros? No fueron los que comandaban la cultura y la religión
de
la época mas eran hombres comunes que vivían de su trabajo.
¿Sus compañeras? No eran como Marta, que hacía aplicadamente las tareas
domésticas eran como María, que lo seguía con osadía.
¿El primer Santo? No fue un apostol, ni un discípulo, ni un fiel
seguidor fue un ladrón que moría a su lado.
¿El sucesor? No fue aquel que más se aplicó en aprender sus enseñanzas
fue aquel quien lo negó en el momento que más precisaba de ayuda.
En fin, nada de lo que mandaba el manual del buen comportamiento...