Creo en el Dios,
que me sostiene
cuando trabajo sin alimentarme.
Que me pone la mano en el hombro
como si me pidiera que descanse.
Que me ofrece el transporte
cuando el cielo comienza a nublarse,
y un hilillo de brisa cuando el pellejo arde.
Creo en el Dios,
que a ratos
nos manda un jefe casi, casi amable,
el que afloja la
No hay recursos disponibles