Autor/es: Jorge Daniel Zijlstra
Visto: 2078 veces
Una uva es pequeña mirada al lado de un racimo y un racimo es poco en la inmensidad de las cosechas de un viñedo. Pero la dulzura de cada uno de los frutos y la riqueza de cada pámpano en el huerto, aportan el don que fluye en cada gota, imprescindible, para el nacimiento del sabroso jugo y el fermento del mejor vino.
Oración:
Oh Dios, dueño del viñedo, haznos de la misma cepa de Jesús tú Hijo. Danos la savia de su vida para que corra por nuestras venas el mismo Espíritu que le habitó. Y que tu presencia y tus cuidados sean siempre lluvia renovadora de nuestra comunidad y sol cálido que nos haga crecer.
Y en tu amor, como trabajador dedicado de la tierra, cuida de cada uno de nosotros, tus hijos e hijas, y permítenos dar el fruto que tu esperas, para la gloria de tu nombre.
Ahora y siempre. Amén.
Rev. Jorge Daniel Zijlstra Arduin