24 de abril de 2009
Un juguetero transformado
Autor/es: Gerardo Obermann
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UN JUGUETERO TRANSFORMADO - Dramatización para la Navidad
Idea original de la juguetería tomada de un cuento de Juan Carlos
Pisano (diciembre de 1992)
Autor: Gerardo Oberman (noviembre/diciembre de 1998)
Ambientación:
La mayor parte de la obra se desarrolla dentro de una juguetería.
Fondo con estanterías con juguetes. Al frente un mostrador.
Se necesita un buzón (se puede armar con cajas de cartón) y un cartel
que invite a los niños a depositar en él sus cartas a Papá Noel.
Uno de los momentos se desarrolla en una vereda/calle de un barrio
pobre (puede ser al costado de la juguetería, abriendo más el telón).
Sobres cerrados que contienen (supuestamente) las cartas a Papá Noel.
En un sobre está la carta de Luis.
Piñata con caramelos para el final.
Grabador para poner música.
Personajes: (todos jóvenes. Total: 12)
Mariano, el juguetero
Cecilia, esposa del juguetero
Niño sin nombre, habla con el juguetero
Luis, solamente voz
Voz en off
Aníbal, amigo
Juan, amigo
Nancy, amiga
4 Niños que juegan (dos varonos y dos mujeres)
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ACTO I
Voz en off: Mariano es el dueño de una juguetería, ésta que estamos
viendo (se abre el telón y se ven los estantes con juguetes, el
mostrador, el arbol de navidad con luces de colores). Un año, cerca
de la navidad, Mariano decide hacer algo para que su negocio funcione
mejor y pueda vender más juguetes. Al principio no
se le ocurría nada. Caminaba de acá para allá (Mariano camina, mira
los juguetes, hace como que piensa)
entre los juguetes y, de repente (Mariano acompaña la voz en off con
sus gestos y caras) se le ocurre algo...
Mariano: Ya está, ya lo tengo. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
Con esta idea el negocio va a funcionar a las mil maravillas y los
juguetes se van a vender como pan caliente. (llamando a Cecilia, su
esposa): Cecilia, ¿podés venir un minuto?
Cecilia: Eh, cuánto barullo. (con ironía) ¿No te acordás que el
tiempo de Navidad es un tiempo de paz y de armonía?
Mariano: Dejate de decir macanas y escuchame. ¿Viste que hablamos de
la necesidad de hacer algo para poder vender más este año? Bueno, ¡ya
se me ocurrió! ¿Sabés qué?
Cecilia: No, dale, no des más vueltas.
Aníbal: (entrando en escena) Bueno, bueno, ¿otra vez discutiendo?
Disfruten un poco de la vida, che, que no es tan mala.
Cecilia: Qué tal, Aníbal. Llegaste justo. Mariano dice que se le
ocurrió una gran idea para hacer que el negocio funcione en estas
fiestas.
Aníbal: Ya sé, no me digan nada, va a importar nieve de Holanda. ¡Muy
buena idea! Así podemos tener una linda navidad, blanca, pura...
Mariano: No, en serio, lo que pensé tiene lógica...
Aníbal: Uy, cuando vos empezás con tu lógica. A ver, ¿qué brillante
idea tuviste esta vez? ¿En lugar de vender juguetes los vamos a
alquilar? Eso podría andar muy bien, ¿ves? Papá Noel te al-quila las
muñecas y los autitos para el 24 y los viejos te los devuelven el 25.
Ideal para tiempos de crisis, ¿no?
Cecilia: Che, dejá que Mariano diga lo suyo, sino después se pone
insoportable.
Mariano: Gracias, ¿me van a dejar hablar ahora? (Aníbal y Cecilia
responden afirmativamente con gestos)
Lo que se me ocurrió es poner un gran buzón en la puerta con una
invitación a que todos los chicos del barrio depositen allí su carta
para Papa Noel. ¿Qué tal? ¿Creativo el hombre, no?
Cecilia: La verdad que sí. Parece ser algo original. Podríamos
repartir unos volantes por el barrio para que la gente, especialmente
los chicos, se enteren y vengan...
Aníbal: Y sí..., a un peso la estampilla podemos llenarnos de guita.
Mariano: No, dinosaurio capitalista, las cartas las depositan gratis.
La idea es que vengan al negocio, entren, pasen, vean y COMPREN.
Aníbal: Mirá quien habla de capitalista.
Cecilia: Bueno, basta de perder tiempo. Ya es mediodía. Cerremos y
pongamos manos a la obra.
Voz en off: Mariano y Cecilia van a su casa y, con la ayuda de
Aníbal, arman el buzón. Entre tanto, mandan a imprimir unos folletos
y los reparten por la zona (pedir a algunos niños que repartan entre
la gente sentada algunos papelitos).
ACTO II
(Mariano regresa, con el buzón con el cartel encima. Cartel: Depositá
acá tu carta para Papa Noel)
Mariano: Ahora sí, a esperar... y a vender.
Voz en off: La idea de Mariano fue realmente brillante. Muchísimos
chicos del barrio depositaban sus cartas en el buzón (varios chicos
pasan y depositan sobres) y mágicamente los juguetes se vendían.
Cecilia: Uf, por fin se termina el día. (Se acerca al buzón y saca
las cartas depositadas). ¿Qué vas a hacer con todas estas cartas?
Mariano: En realidad no pensaba hacer nada. Por mi tiralas a la
basura...
(Cecilia se acerca hasta un cesto de basura y las tira)
Voz en off: Así todos los días: muchos chicos depositaban sus cartas,
con sus sueños, sus ilusiones... Pero al terminar el día, al bajar la
persiana del negocio, Mariano tiraba todas esas cartas. No le
interesaban los chicos, no le interesaba lo que escribían. El sólo
pensaba en su negocio: vender y vender y seguir vendiendo...
Hasta que una tardecita sucedió algo que dio vuelta la historia.
Niño: (entrando al negocio) Buenas tardes, señor, ¿usted es el que le
manda cartas a Papá Noel?
Mariano: Si, soy yo. Este es el único negocio que tiene correo
privado a la tierra de Papa Noel. ¿Viste algún juguete que te
interesa pedirle? ¿Se lo contaste a tus papis?
Niño: No, señor, yo no quiero pedir un juguete. Vengo a pedirle si
usted puede escribir mi carta, porque yo tengo muy mala letra y no sé
escribir muy bien.
Mariano: (malhumorado) Mirá, yo no tengo mucho tiempo para perder
porque mi negocio está primero.
Tengo que ordenar las vidrieras y hacer más pedidos de juguetes.
Pero... (dudando), está bien, a esta hora viene poca gente, asi que
te voy a ayudar a escribir tu carta, si es que no es muy larga.
Niño: Gracias...
Mariano: (tomando una hoja de papel y una lapicera) ¿Que querés
pedirle a Papá Noel? ¿Cuál juguete anoto?
Niño: (decidido) Ponga: Señor Papá Noel, dos puntos...
Mariano: (mirando al niño) La mayoría de los chicos cuando escriben
le ponen "Querido Papá Noel". ¿No te parece mejor?
Niño: No, está bien así. Dele que le sigo dictando. Yo vendo muñecas
a la salida de la estación de tren; la gente no me compra casi nada y
a mi se me ocurrió que usted podría comprarme una buena cantidad para
repartirlas con sus regalos de Navidad.
Mariano: (asombrado) ¿Cómo?
Niño: Claro, Papá Noel debe comprar los regalos en alguna parte, ¿no?
¿Por qué no podría comprarme algunos a mi?
Mariano: ¿Quiere decir que vos, en lugar de pedirle algo, le escribís
a Papá Neol para proponerle un negocio?
Niño: (dudando) ¿Usted cree que no me va a responder? ¿No le gustarán
mis muñecas? ¿O Papá Noel no tiene ojos para los pobres?
Mariano: (sale de detrás del mostrador y se acerca al niño) Mirá,
pibe, con gusto te ayudaría, pero Papá Noel no responde cartas como
esa. El tiene su propia fábrica de juguetes y no compra los juguetes
que regala ni en los negocios como éste ni a los pequeños vendedores
como vos. Papa Neol no hace negocios con la gente.
La verdad es que no creo que valga la pena escribir esa carta...
Mejor andá y tratá de vender tus muñecas antes que se pase el día.
Niño: (sale de escena cabizbajo, triste)...
(Mariano se sienta, pensativo, mientras la voz en off lee)
Voz en off: ¿Qué hubiera pasado si este chico escribía la carta y la
ponía en mi buzón sin decirme nada?
Nunca hubiera recibido una respuesta ni una explicación... Todos
estos días estuve tirando las cartas que los chicos ponían el el
buzón. ¿Habrían otras cartas como estas? ¿Qué pedirán los chicos a
Papa Noel? (Mariano mira el buzón, se levanta y se acerca a él)
Mariano: Creo que, de ahora en más, voy a leerlas.
(Mirando el reloj) Ya es hora de cerrar... (hace como que cierra el
negocio y va hacia el buzón, lo vacía, se sienta y empieza a leer).
Voz en off: (Mariano sigue abriendo sobres y leyendo mientras la voz
habla) durante varios días Mariano leyó las cartas que los chicos
depositaban en su buzón. De a ratos se le sumaba Cecilia (aparece y
se sienta junto a Mariano). Pero no encontraron nada especial. Sólo
pedidos de juguetes y más juguetes. Pero un día sucedió!!!
Mariano: (empieza a caminar con una carta en la mano). Cecilia,
escuchá lo que dice esta carta...
Luis: (La voz de un niño lee la carta -puede estar grabada- mientras
el rostro de Mariano se va entristeciendo, conmoviendo.
"Querido Papá Noel:
Mi papá y mi mamá me contaron que antes de ir al cielo, vivías en un
pueblo donde, todas las navidades, repartías regalos a los vecinos
más pobres. Y también me dijeron que todavía seguís haciendo regalos
a los que se portan bien.
Bueno, yo conozco unos chicos a los que nunca les mandaste nada y,
sin embargo, se portan muy bien. Sus papás les explicaron que vos te
debés haber olvidado de ellos o que no te alcanzan los regalos. Pero
yo no puedo creer eso de alguien como vos.
Quiero pedirte que este año te acuerdes de ellos. En todo caso,
prefiero que a mi no me traigas nada. Yo no lo necesito y ellos sí.
Viven en un barrio pobre, San Camilo, en el camino de Cintura nº
3505, casilla 21. No te olvides. ¡Por favor!
¡Ah! ¡Feliz Navidad!
Luis"
Cecilia: Ay, Mariano, es una carta más. Y encima no pide ningún
juguete importante. No te me vas a conmover ahora, ¿eh? Mirá que los
negocios y los sentimientos no pueden mezclarse. Una cosa es una cosa
y otra cosa es otra cosa, como dice Panigazzi.
Mariano: No, mi amor, esta no es una carta más. Es como un
despertador, como una alarma que quiere decirnos algo...
Voz en off: (salen un momento de escena Mariano y Cecilia). Una
noche, Aníbal y otros amigos vienen a visitar a Mariano y a su
esposa. Conversan acerca del trabajo, de las corridas de fin de año,
de los preparativos para las fiestas y todas esas cosas.
ACTO III
Aníbal: La verdad es que el tiempo no alcanza para nada. Para llegar
bien a navidad hy que correr como liebre. Yo ya la tengo a mi señora
preparando matambres para que los guarde en el freezer. Y ayer, en el
supermercado, ya compré todas las bebidas. Si esperás unos días más
los negocios se convierten en un infierno de gente.
Nancy: ¿Te acordás cuando éramos chicos? ¡Qué distintas que eran las
cosas! No había tanto comercio y tanta porquería con las fiestas.
Ahora todo es una fiebre de consumo. Los supermeracdos dan asco...
Cecilia: No te metas con el negocio que nosotros vivimos de eso, che.
Dejá que la gente compre, que gaste,que eso hace muy bien, (riendo)
especialmente a nosotros.
Aníbal: Sí, con la idea del buzón que tuvo Mariano, las cosas marchan
bárbaro. Y éste (señalando a Mariano) está más agrandado que hincha
de Boca.
Juan: (con ironía) Lástima que Papá Noel siempre se viste de rojo y
blanco, ¿no? Los grandes personajes de la historia saben cuales
colores son buenos...
Mariano: Hablando en serio, muchachos, en realidad Nancy dió en la
tecla. De tanto pensar en nosotros y en nuestra fiesta y en nuestro
negocio y en nuestras cosas, nos olvidamos de que hay muchos que no
tienen nada y que capáz que ni tienen ganas de festejar.
Cecilia: (mirando a las visitas). Está medio mal desde hace unos
días. Recibió una carta de alguien que le pide a Papá Noel (mira para
arriba) que se acuerde de los pobres de un barrio de por ahí.
Aníbal: Y, algo de razón tiene. Hay mucha gente que la pasa mal y me
parece que cada vez son más. Gracias a Dios nosotros todavía podemos
celebrar una Navidad como la gente, ¿no?
Mariano: Vos nombraste a Dios. ¿Te acordás lo que nos enseñaron
cuando ibamos a la iglesia? La Navidad no era el arbol, ni la comida,
ni los regalos. La Navidad era Dios que venía al mundo. Y venía
pobre, nacía en un pueblito chiquito y en un pesebre. En uno de
verdad y no en uno de esos de plástico que yo tengo en
la juguetería. ¿Qué quedó de ese Dios? ¿Qué lugar tiene en nuestras
fiestas? La carta que leí me hizo mover todas esas cosas.
Juan: Pero vos te volviste completamente loco, Mariano. En este mundo
ya no hay lugar para esas cosas.
Si te vas a dejar guiar por sensiblerías nunca vas a llegar a nada,
otros te van a pisar la cabeza. Esas cosas de la niñez, lo que nos
enseñaron en la iglesia, son cosas para niños o para ignorantes. La
vida real es otra cosa. Además, a mi no me parece que Dios tenga que
ver con esto.
Mariano: No sé.
Nancy: Preguntate, Aníbal, ¿cuál es el sentido de tu vida? Vivís para
tu laburo. No tenés tiempo ni para tus hijos. ¿Cuando jugás con
ellos? ¿Los acompañás a la escuela? ¿Y vos, Juan? ¿Qué podés decir de
tu vida de gran ejecutivo? ¿No te parece a veces que sos parte de una
maquinaria que termina consumiéndote?
A mi me parece que la vida que vivimos ya no es vida. Cada uno lucha
por sus propias convenien-cias, defendiendo intereses personales.
Cada uno vive aislado en su mundito y cada día crece la indiferencia.
¿Cuándo fue la última vez que nos preocupamos por alguien?
Cecilia: Uy, mujer, que mala onda. Yo los invité para pasar un lindo
rato juntos, para preparar lo que ibamos a hacer en la Nochebuena y
mirá de las pavadas que se ponen a hablar. Lo único que falta es que
encima quieran ir a ese barrio pobre.
Voz en off: Pobre Cecilia. Sus palabras fueron como un desafío... Al
otro día, al mediodía, Nancy, Aníbal y Mariano, van a la dirección
que les había dado el niño.
ACTO IV
(Esto ocurre en un barrio humilde. Hay cuatro niños/as jugando a la
rayuela o algo similar. Los tres amigos se acercan caminando y
hablando)
Nancy: ¡Qué lugar! Mirá si nos asaltan todavía. ¿Están seguros de que
es acá?
Mariano: Sí, seguro. ¿Ves? Ahí hay unos pibes jugando. Vamos a
preguntarles.
Aníbal: Hola, chicos. ¿Qué tal? ¿Este es el barrio San Camilo?
Pibe 1: Si, ¿a quién busca?
Mariano: En realidad buscamos a los chicos de la casilla 21. ¿Los
conocen?
Piba 1: Si, sí. Son la Azucena y el Darío. Pero ahora no están. Ellos
se van temprano y no vuelven hasta la nochecita.
Nancy: Seguro que van al colegio...
Pibe 2: ¡Qué colegio! Se van a la Capi, a pedir en los semáforos.
Piba 2: ¿Y para qué los buscaban, si se puede saber?
Mariano: No, por nada... (amagando irse) Creo que nos vamos a ir.
Aníbal: (agarrando del brazo a Mariano, como para que se quede) Che,
¿ustedes cómo se llaman?
(casi peleándose por responder)
Pibe 2: Yo Enrique.
Piba 2: Yo María.
Piba 1: Y a mi me dicen la Pocha.
Nancy: (mirando al Pibe 2). ¿Y vos? ¿No tenés nombre?
Pibe 1: ¿Y a ustedes que les importa? ¿Para qué quieren saber nuestro
nombre? (mirando a los sus amigos)
Vamos, chicos, vámonos a casa.
Nancy: No, esperen. Solamente queremos hablar un ratito con ustedes.
Mi amigo Mariano (lo señala) tiene una juguetería y quería hacerle
unos regalitos a esos chicos de la casilla 21, porque nos dijeron que
nunca recibían nada para la Navidad.
Piba 2: Ja, si es por eso, acá casi nadie recibe regalos.
Pibe 2: A mi a veces me dieron regalos. Venían de una iglesia y nos
daban algunos juguetes que otros chicos ya no usaban. A mi igual me
gustaban. Pero a mi hermana le dieron una muñeca a la que le faltaban
los dos brazos.
Piba 1: Y bueno, si somos pobres hay que aguantársela, ¿no? Eso dice
mi mamá...
Pibe 1: ¿Y ustedes creen que con un regalito a dos chicos pobres se
solucionan sus problemas?
Acá hay muchos chicos y mucha gente sin trabajo y muchas madres
embarazadas...
Mariano: Bueno, chicos, disculpen... Nosotros nos vamos.
ACTO V
(de nuevo en la juguetería, los amigos reunidos)
Cecilia: ¿Viste? Yo te dije que no valía la pena ir allá. Al final ni
te agradecen que te metas ahí. Con todo el peligro que uno corre!!!
Mariano: Basta, Cecilia. Vos no te das cuenta, pero ahí hay tanta
necesidad que dos juguetes para dos chicos no son más que gotas de
agua en un océano. Quisiera hacer algo por esos pibes, pero ¿qué? ¿A
alguno se le ocurre algo?
Aníbal: Yo creo que ya hicimos el intento. Los chicos que buscábamos
no estaban y ya está. Uno no puede solucionar las miserias del
mundo. Para eso están..., eh..., ¿los políticos? Che, ¿quienes están
para eso?
Nancy: No hay nadie, Aníbal. Si uno no hace su parte no se puede
pretender que las cosas cambien. Todos aplaudimos a la madre Teresa
de Calcuta por lo que hacía. ¿Y sabés por qué? Porque ella se
ensuciaba las manos por nosotros. Yo creo que tenemos que hacer
algo...
Mariano: Yo opino igual.
Aníbal: Si, claro, ¿por qué no inauguramos una filial de
Disneylandia? ¿Qué podemos hacer nosotros solos?
Nancy: No sé, pensemos, ya se nos va a ocurrir algo. Si todos ponemos
nuestro granito de arena podemos hacer que la navidad tenga un
sentido para esos chicos.
Juan: Y bueno, si todos están de acuerdo, yo también me anoto. Capáz
que me hace bien hacer el bien.
ACTO VI
(Se cierra el telón un ratito, mientras la voz en off lee y mientras
el escenario se transforma en vereda de barrio pobre)
Voz en off: Los amigos siguieron conversando y finalmente decidieron
organizar, con al ayuda del chico que les había escrito la carta, una
tarde de fiesta para todos los chicos de la cuadra donde vivían
Darío, Azucena, María, Enrique, la Pocha y el pibe sin nombre...
¿Escuchan? Ya se siente la música y las voces de los chicos
que juegan y corren... (Se abre el telón, se escucha algo de música y
se ven los chicos jugando y bailando al ritmo de una melodía alegre).
Vean cuánta alegría en cada rostro. Los chicos están felices y
también los está quienes organizaron esto.
........ (sigue un momentito el jolgorio, mientras los personajes
charlan informalmente, bailan, juegan, se mueven sobre el escenario)
Mariano: (apartándose hacia el borde del escenario, mirando y
dirigiéndose a los presentes) ¿Saben? Hasta no hace mucho la Navidad
era para mi una fecha especial sólo porque mi negocio funcionaba
mejor y crecían las ventas, y porque por una vez en el año la familia
se juntaba para comer y brindar. Pero no era más que eso.
En realidad no era más que una fiesta hueca, una fiesta vacía.
En esta Navidad descubrí algo distinto, algo diferente. Cuando salí
de mi pequeño mundo para estar junto a otros, para compartir con los
chicos; cuando pude vencer mi egoísmo y mis miedos y me animé a
buscar a los más pequeños, allí descubrí algo maravilloso. Yo pude
traerle, en nombre de Papá Noel, algunos regalos a los más chicos...
(pausa) Pero el mayor regalo lo recibimos nosotros. Creo que en esta
Navidad nos encontramos nuevamente con Dios.
Ojalá ustedes también puedan experimentar en sus vidas en esta
Navidad ese encuentro con Dios.
No importa cómo, dónde o con quien...: que en esta Navidad Dios no
esté ausente en tu fiesta.
¡Feliz navidad!
(vuelve a la fiesta mientras uno de los chicos rompe la piñata y caen
los caramelos y papelitos y crecen los aplausos y risas).
(en medio del barullo -disminuir un poco la intensidad de la música y
las voces- se levanta el pibe 1 y le habla bien fuerte a Mariano)
Pibe 1: Hey, señor, gracias... Gracias por compartir esta tarde con
nosotros, por acordarse de los pequeños.
Ahora sí le voy a decir mi nombre... Mis amigos me llaman Jesús.
TODOS: (se abrazan y dicen todos a coro, mirando a la gente) ¡FELIZ
NAVIDAD!
(se cierra el telón)
FIN
Palabras relacionadas
mariano, chicos, es, cecilia, aníbal