UNA BRISA SUAVE
Bajo la sombra de un árbol Elías se sentó. No quería caminar más. "No soy mejor que los otros... quiero morir". Elías, perdido, desolado, sin rumbo.
Un golpe de Estado llevó a Omri al poder (1 Reyes 16, 22). Calles, comercios, ejército, cananeos y fenicios como en casa, sin fronteras.
Antes todo era distinto. La gente, el pueblo. Ahora no hay más carpas sino palacios !!
Para Elías se desmorona la religión. Y ese Dios, el de nuestros padres ya no es el mismo. Como el tango.... "La Biblia junto al calefón". Los cultos son una mezcla extraña de ritos ajenos. Sin Alianza. Sin Promesa. Este dios llega por transnacionales religiosas.
Tal la campaña desatada por la reina Jesabel (1 Reyes 18,13).
La crisis está en su apogeo. Y sólo se enfrenta y resuelve si algún líder la nombra como tal. Eso hizo Elías. Desamparado y sólo se va al desierto. Sigue siendo un hombre con fe, pero no sabe qué hacer con ella.
"Levántate, come, de lo contrario no podrás soportar el camino tan largo" (1 Reyes 19, 7). Y camina al monte Horeb. Aquel lugar del pacto y compromiso con Dios.
Dios es un Dios de futuro. Alumbra y corrige. Pide conversión y abre horizontes. Antes de poder hablar al pueblo de Dios, hay que dejar que Dios nos hable del pueblo en el pueblo. Es preciso aprender a oír y ver de nuevo LO NUEVO.
"Sale. quédate de pie sobre el monte ante mí, dice el Señor". (1 Reyes 19,11)
Y pasa el Señor. Golpea una tempestad, pero Dios no está en ella. Un terremoto. Luego fuego. Pero El no está allí. Al final, una brisa leve. Nunca Elías lo había experimentado así. En esa brisa frágil viene y pasa Dios.
Las señales antiguas y tremendas del Sinaí, ya no son señales ahora. Pero la brisa le despierta. Es el mismo Dios. Con otro aire. Elías respira. Sale de la crisis. No quiere morir. Siente de nuevo lo nuevo y todo es nuevo.
Elías vuelve a la lucha , al pueblo, con su coraje de nuevas denuncias y nuevos desafíos. En "lo que está pasando" está Dios. Elías lo ve, lo oye, lo siente. Nunca perdió la fe. Pero aprendió a mirarla distinto. Es la fe esperanzada de que Dios es mayor que la crisis. La brisa puede ser que perturbe y desconcierte. Pero siempre nos despierta, nos refresca, nos anima.
Juan Damián
