Red de liturgia

Dios grande en amor, Creador,
La mañana es Tuya, creciendo en toda plenitud.
La primavera es Tuya, floreciendo hacia el verano.
La Eternidad es Tuya, viajando en el tiempo.
Los pastos vibrantes, el perfume de las flores, el musgo en las rocas,
el sabor de las algas del mar,
todo es Tuyo.
Con alegría vivimos en el jardín de Tu creación.

Pero la Creación no alcanza,
siempre en la belleza, la sombra de la decadencia.
Los corderos corriendo despreocupadamente: pronto a ser llevadas al matadero.
La naturaleza roja y quebrada, también fértil y verde.
En el jardín también la posibilidad de la espina.
La Creación no alcanza.

Dios de todo amor, Redentor:
la sabia de la vida en nuestros huesos y nuestro ser es Tuya,
levantandonos a la gran felicidad.
Pero siempre en la belleza, el sabor del pecado, en nuestras conciencias.
El musgo seco de pecados ya viejos, pero grabados en nuestra mente.
En el jardín que somos cada persona, siempre está la espina.

Sin embargo todos son Tuyos y nos entregamos otra vez a vos.
No sólo nuestra vida que nos diste es Tuya:
también los pecados que quitaste.
Si hasta nuestras rebeliones más duras y nuestros pecados más feos:
Los has quitado todos,
y los clavaste en la Cruz!
Nuestra redención alcanza: y somos libres.

Espíritu Santo, que das Vida:
respira sobre toda persona, llenanos con vida -otra vez.
En Tu nueva creación, ya entre nosotros, entre nosotras,
emergiendo, gimiendo, creciendo,
ya entre toda la creción,
respira sobre nosotros!
respira sobre nosotras!

Hasta el día en que la noche y el otoño ya no sean:
y los corderos sean ya ovejas y no haya más mataderos:
y hasta las espina no sean más,
y toda la Creación cantará Gloria en las bodas del Cordero.
En esta nueva creación, ya entre nosotros,
ya entre nosotras - llenanos con la vida nueva.

Y ahora que nos permitís gozar de la maravillosa comunión,
el anticipo de la fiesta final.
Ayudanos a vestirnos con la alegría de las bodas
que no hemos creado nosotros, que no hemos creado nosotras
sino que son Tu gracia, Tu don.
Por las glorias de Tu Creación,
que nosotros no logramos,
que nosotras no diseñamos,
sino la fortaleza del Espíritu
que a lo largo de los siglos supera las murallas
tantas veces levantadas:
susurrando a través de nuestra insensibilidad,
aventando las brasas de la fe para que alumbre,
ayudandonos a lucir las vestimentas para la boda,
y así daldremos al mundo,
recreados, renovados, redimidos, y ahora
relacionados para trabajar por Tu Reino
en este nuestro mundo quebrado.

Autor: Rev. George MacLeod
Traducción libre: Roberto H. Jordan

Fuente: The whole earth shal cry Glory (Wild Goose Publications, Ions, 1985)