Red de liturgia

Dios, Padre y Madre, que estás en los cielos
y que habitas también este suelo,
cerca de las personas que te buscan y te necesitan.
Nos acercamos a ti en este tiempo
para rogarte por los hermanos y hermanas
que son víctimas de la violencia,
en cualquiera de sus horribles formas:
la violencia del hambre,
la violencia de la guerra o la guerrilla,
la violencia del desplazamiento forzado,
la violencia de los malos salarios y la falta de trabajo,
la violencia de la indiferencia social,
la violencia de la discriminación,
la violencia de la enfermedad inducida,
la violencia en el hogar, en la iglesia,
en la escuela, en la calle...
Te pedimos por hombres y mujeres, niños y ancianos,
que son objeto de maltrato y desprecio,
que no son considerados en su dignidad de personas.
Te pedimos a ti
que los cubras con tus alas amorosas
y que, aunque sea una vez en la vida,
les hagas sentir que son importantes,
que son valiosos,
que son dignos,
que son personas...
Te pedimos a ti
que, aunque sea una vez,
les quites el dolor que cada día cargan,
la angustia de tener que mendigar,
el miedo escondido en la mirada,
el hambre evidente en sus panzas,
el sufrimiento revelado en la piel,
la resignación en los pasos sin rumbo,
el cansancio en las manos vacías,
la miseria del no tener nunca nada.
Te pedimos a ti
que, aunque sólo sea por hoy,
les regales un poco de esperanza
y les permitas ver un horizonte
diferente al de la insensibilidad;
que les des un descanso sin sobresaltos,
una comida que no sea una sobra,
y otro techo que el cartón de siempre.
Te pedimos a ti
que, al menos una vez,
les hagas conocer la misericordia,
la compasión y la solidaridad
que tantos de nosotros,
temerosos y egoístas,
les negamos...