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Súplica (o bienaventuranzas) de una persona anciana.
Señor, sean felices los que tienen comprensión para mis pies inseguros y mis manos paralíticas.
Felices los que al tanto de mi sordera no pretenden que capte todo lo que me dicen.
Felices los que disculpan la escasa visión de mis ojos y la fragilidad de mi memoria.
Felices los que en su amorosa visita me alientan con sus palabras y sonrisas.
Felices los que nunca me dicen: “Esta historia ya me la contó repetidas veces”
Felices los que saben entretenerse con los placenteros recuerdos de tiempos dichosos.
Felices los que dispensándome su grata compañía consiguen que me sienta comprendida y amada.
Felices los que con su bondad me sostienen en el Camino que lleva a
Pastor Gustavo Daniel Garello