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24 de abril de 2009

Reflexiones acerca de la liturgia de los funerales

Autor/es: Paul Nelson

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¿QUE OCURRE EN LOS FUNERALES ?

La muerte de un bautizado cristiano, de uno o una que ha vivido en la
comunión de la iglesia, es ocasión para dar gracias y para la
proclamación de la promesa de la resurrección de Jesucristo. Cada
actividad que rodea la muerte y entierro deben apuntar hacia la Buena
Noticia del Evangelio.

La Iglesia Evangélica Luterana en América ha preparado un documento
de enseñanza con relación a las prácticas funerarias que no está
formalmente aprobado. Considerable material específico se puede
encontrar que tienen como objetivo conducir a través del camino por
el cual la iglesia se aproxima al entierro de un muerto en el "Libro
de Liturgia y Cántico" (pág. 124-130), en la forma de textos
litúrgicos, rubricas (indicaciones) Estas indicaciones guían la
práctica de la Iglesia en una variedad de circunstancias.

Esas indicaciones guían la práctica de la iglesia en una gran
variedad de circunstancias. Así como la forma más común de Funeral
incluye la celebración de una liturgia realizada en la iglesia con la
presencia del cuerpo del cristiano fallecido, las rúbricas o
indicaciones muestras claramente que las adaptaciones son posibles en
el caso de que el cuerpo no esta presente. Estas notas también guían
la conducción del servicio y la encomendación, si el cuerpo ha de ser
enterrado en el suelo, en un nicho o panteón, encomendado al mar,
cremado, o donado para investigación médica o donación de órganos. La
iglesia considera todos estos métodos de disponer el cuerpo como
aceptables para un cristiano. Muchas congregaciones facilitan
espacios para el entierro de las restos de una cremación en
un columbarium (lugar donde las urnas que contienen las cenizas son
ubicadas en nichos) en o cerca del edificio de la iglesia, o en un
jardín memorial cerca del edificio (donde las cenizas pueden ser
enterradas o esparcidas y una lista de nombres preservan como una
tabla de recuerdo o en alguna otras forma que se considere
apropiada).

A partir de la comprensión por parte de la Iglesia de que el Funeral
era una celebración litúrgica a Dios por mediación de Jesucristo, en
el poder del Espíritu Santo, ella no permite que asociaciones
sociales o fraternas introduzcan ritos o ceremonias ajenas a su
liturgia. Estas ceremonias no deberían ser mezcladas con la liturgia
que la iglesia celebra a Dios ni en el edificio de la iglesia ni en
otro lugar (tales como las dependencias funerarias, o alrededor de
la tumba). Honores militares y tributos de asociaciones u otros ritos
deben estar separados del funeral y del servicio de encomendación de
la iglesia.

El pastor debe ser notificado inmediatamente del fallecimiento de un
miembro de la congregación por razones pastorales y para ayudar en la
planificación del entierro. Ninguna disposición con relación al
funeral deben ser hechas sin consultar previamente con el pastor y
con el personal apropiado. Cuando es posible, la planificación de la
liturgia del funeral podría realizarse antes de la muerte de un
cristiano/a, para evitar tener que realizar esa planificación en
momentos de duelo, y poder ofrecer, de esta forma, al pastor una
ocasión de hablar seriamente acerca de la esperanza cristiana de la
resurrección de la muerte por mediación de Jesucristo.

El libro de liturgia de la iglesia brinda la posibilidad de celebrar
la Santa Comunión en un funeral. En tal celebración, la invitación a
comulgar se extiende a los comulgantes presentes en ese servicio, y
no solamente a la familia y al círculo más íntimo de los deudos. Ese
libro también alienta el uso de un palio para cubrir el féretro de un
cristiano bautizado desde el momento en que entra hasta que el mismo
abandona la iglesia. Un palio es una amplia tela, algunas veces
marcada con la cruz, que cubre totalmente el féretro. El uso del
palio hace que todo cristiano sea tratado exactamente igual, ya sea
que lo entierren en un muy costoso féretro o un simple cajón de
madera. El féretro está ubicado siempre muy cerca del lugar en que se
celebra la liturgia, ya sea que esta se realice en el templo o en
algún otro lugar. Las cenizas de la cremación, con algunas
adaptaciones deseables, pueden ser tratadas de la misma forma
cuando se las presenta en la liturgia.
El encendido del cirio pascual y su ubicación cerca del ataúd
mientras yace en el templo también conduce a la asamblea a pensar en
la muerte y resurrección de Cristo que Dios realizó en el momento del
bautismo.

Mientras que las prácticas actuales en una congregación local pueden
variar de un lugar a otro, los recursos que provee para su uso por la
Iglesia Evangélica Luterana en América son un importante espacio para
considerar el establecimiento de estructuras para la práctica de la
iglesia.

Los cristianos se esforzarán en mantener la esperanza evangélica de
la resurrección en el centro de todas las observancias asociadas con
la muerte de un cristiano o cristiana. Las costumbres asociadas con
las casas de velatorios o con el domicilio familiar, tales como la
exposición del cuerpo del difunto o la vigilia junto con la
familia no se las tiene en consideración dentro de esta revisión de
las prácticas de la iglesia.

Los pastores y las congregaciones pueden escoger ampliar su
acompañamiento a las personas que no pertenecen a la iglesia y a sus
familias en el momento de la muerte y del duelo. Se deben realizar
modificaciones en los ritos de entierro para un cristiano, ya sea que
el rito se utiliza en una casa funeraria o en las instalaciones de la
iglesia.


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iglesia, liturgia, cristiano, muerte, ser

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