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24 de abril de 2009

Propuesta litúrgica para el domingo 22 de setiembre

Autor/es: Juan Carlos Pisano

Visto: 2004 veces

Comenzamos la celebración entonando la canción de Daniel Poli "Mi lámpara encendida" (del cassette o CD del mismo nombre). (Ver página web, http://webs.sinectis.com.ar/musiarte/artistas/daniel_poli.htm)

Queremos estar atentos porque el Señor nos llama a trabajar en su Reino. No todos tenemos el mismo rol y tampoco somos llamados al mismo tiempo lo importante es escuchar a Dios y estar dispuesto a responderle.

Lectura del libro del profeta Isaías 55, 6-9
"¡Busquen al Señor mientras se deja encontrar, llámenlo mientras está cerca!"

Cantamos: "Prueben que bueno es el Señor" (ver letra y acordes en página web, http://www.querubines.com.ar/salmo133.htm)

SALMO Sal 144, 2-3. 8-9. 17-18 (R.: 18a)

"El Señor es justo en todos sus caminos y bondadoso en todas sus acciones
está cerca de aquellos que lo invocan, de aquellos que lo invocan de verdad".

Lectura del Evangelio según san Mateo 20, 1-16a

"Estos últimos trabajaron nada más que una hora, y tú les das lo mismo que a nosotros, que hemos soportado el peso del trabajo y el
calor durante toda la jornada."

El propietario respondió a uno de ellos: "Amigo, no soy injusto contigo, ¿acaso no habíamos tratado en un denario? Toma lo que es tuyo y vete".

Reflexión

"El tren seguía traqueteando por el túnel pero el Abate no reparaba en las estaciones, porque pensaba en los misterios del Señor y en lo mal que los comprendía. Sin embargo, creía empezar a comprender uno, y era por qué los jornaleros de la viña habían recibido en pago un denario, tanto los que habían soportado el peso y los calores de
la jornada, como los otros. Y era porque una parte tan grande de trabajo representaba su propia recompensa, así como una parte tan grande del mundo era su propio castigo".

(Marshall, Bruce A cada uno un
denario, Ed. Emecé).

El protagonista de esta novela, después de vivir la guerra y distintas dificultades, llega la final de su vida y, mientras se
dirige al último destino, mira su vida hacia atrás y comprende que en ella, encuentra momentos en los cuáles ya ha vivido el Cielo. El Evangelio de hoy, nos permite reflexionar acerca de muchos temas,
como puede ser la justicia, el trabajo, el salario que corresponde a los que trabajan... Pero, vamos a proponer que cada uno vea transcurrir por delante de él su vida y reconozca cuándo vivió junto a Dios y no se dio cuenta. Todos esos momentos que no fue capaz de disfrutar porque no reconoció la presencia de Dios a su lado y no pudo descubrir que ya estaba recibiendo algo mucho más importante que un salario.
Para reflexionar acerca de esto, proponemos un cuento. De ambos relatos se puede extraer la conclusión de que permanecer junto a
Dios ya es parte del premio, es decir parte del cielo.

UN CUENTITO PARA PROFUNDIZAR:

El jardinero y el ángel, de Félix Núñez
Uribe, del libro Dios es humor, ed. Atenas.

Érase una vez un santo que había tenido una vida larga y feliz.
Un día bajó a verlo un ángel del Señor, el cual le encontró en la cocina del monasterio fregando ollas y sartenes.

-Dios me ha enviado -le dijo-. Ha llegado la hora de llevarte a la vida eterna.

Y repuso el buen hombre:

-Agradezco al Todopoderoso su bondad, pero, como podrás ver, no puedo dejar todos estos platos sucios. No quiero parecer desagradecido, pero, ¿no sería posible retrasar mi viaje al otro mundo hasta
que acabe esta tarea?

El ángel le contempló con mirada bondadosa.

-Veremos qué se puede hacer -le dijo. Y desapareció.

El santo siguió atendiendo sus muchos quehaceres.
Un día, mientras escarbaba en el jardín, nuevamente se le apareció el mensajero de Dios. El virtuoso varón indicó con la azada los surcos sombrados.

-Mira cuánta hierba tengo que quitar -dijo-. ¿No crees que deberíamos aplazar todavía el viaje a la eternidad?

Y sonriendo nuevamente, el ángel desapareció.

El santo siguió trabajando con la azada, y luego pintó el granero. Y entre una y otra tarea el tiempo se fue pasando, hasta que un día el incansable monje se hallaba en el hospital atendiendo a los enfermos.
Acababa de llevar agua para que bebiera un paciente con fiebre, cuando, al levantar la vista, vio nuevamente al ángel del Señor.
Esta vez el santo se limitó a abrir los brazos con un gesto de resignación.

Con la mirada indicó al ángel la sala donde tanta gente sufría. Y sin decir una palabra, el ángel se esfumó.

Aquella noche, al volver a la celda de su monasterio, el buen hombre se sintió viejo y cansado, y exclamó:

-Señor, si quieres mandarme a tu mensajero ahora, estoy dispuesto a recibirlo ya.

Apenas había dicho eso, cuando el ángel se le apareció de nuevo.

-Si deseas llevarme -declaró el santo- estoy listo ya para establecer mi morada en el cielo.

Y mirando al santo con sabia mirada, el ángel le contestó.

-¿Establecer tu morada en el cielo? ¿Y dónde crees que has estado hasta ahora?

Algunas preguntas para reflexionar:

¿Cómo reacciona el monje cuándo ve al ángel?

¿Por qué el ángel le dice que él ya estaba en el cielo?

¿Cómo se imaginan el cielo?

¿En qué nos puede ayudar para nuestra vida cotidiana este relato?

Sugerimos abrir el diálogo entre los participantes para comentar la relación que existe entre las lecturas de la Palabra de Dios y el cuento. Una vez finalizada la reflexión comunitaria proponemos,
para rezar, una poesía muy conocida, en la cual le decimos a Jesús que no nos mueve un premio ni un castigo para seguirlo, sino el amor. Que el amar a Jesús y ser amados por él. Ése es el premio mayor que podemos
recibir.

No me mueve mi Dios para quererte
el cielo que me tienes prometido
ni me mueve el infierno tan temido
para dejar por eso de ofenderte.

Tú me mueves, Señor. Muéveme el verte
clavado en una cruz escarnecido
muéveme el ver tu cuerpo tan herido
muévenme tus afrentas y tu muerte.

Muéveme al fin tu amor de tal manera,
que aunque no hubiera cielo yo te amara
y aunque no hubiera infierno te temiera.

No me tienes que dar porque te quiera
porque aunque lo que espero no esperara,
lo mismo que te quiero te quisiera.
(Soneto atribuido a Teresa de Avila)

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Palabras relacionadas

ángel, dios, cielo, es, señor

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