24 de abril de 2009
Prefacio eucarístico
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En verdad es digno darte gracias y alabarte, oh Dios,
porque Tu eres el que concede dignidad y gracia
y anhelamos tu presencia en medio de nosotros y dentro de nosotros.
Los cielos y la tierra no te pueden contener
porque Tu los has creado y contines en tu mano.
Y aún así, tu habitas en medio de tu pueblo
y permites que aún los pajaros del cielo
aniden en tu atrios y te glorifiquen con sus cantos.
Tu enviaste a tu Hijo Unico, Jesucristo
para decirnos la palabra de Espíritu y de vida eterna
Aún cuando las fuerzas del mal y de la muerte le consumieron,
surgió de la tumba para proclamar un evangelio de paz,
e invitar a todos los que desean vivir a consumirlo
y con ello llegar a ser uno con El.
Con todos los que confian en El,
somos alimentados con su cuerpo y con su sangre
y provisto con verdad, justicia y salvación
para que podamos sostenernos firmes enfrentando los poderes espirituales corruptos
que pueden destruir aun a aquellos que te buscan con integridad
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