Autor/es: Fernando Suarez
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Jueves Santo: Día del abandono
Ya era de noche y Jesús con los suyos llegan al aposento alto para tener la última cena.
Es noche de abandono, cargada de tensión por el anuncio de la traición de Judas, la cual ha sido pactada con los religiosos y
poderosos de turno porque sus discípulos no velan mientras él ora en el Getsemaní porque Pedro lo negará tres veces porque todos huyen dejándolo solo. Y precisamente en esta noche oscura del abandono, es cuando Jesús
hará brillar la luz poderosa de su vida entregada por amor para perdonar a amigos y enemigos. Y en la Última Cena, así lo encomienda a los suyos para que lo recuerden. Primero lava los pies de todos para con este gesto recordarles sus palabras:
"...que os améis unos a otros, como yo os he amado." San Juan 13:34
"Los gobernantes de las naciones se enseñorean sobre ellas y los grandes ejercen sobre ellas su poder. Pero no será así entre
ustedes, sino el que quiere hacerse grande entre vosotros será su servidor, porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos". San Mateo 20:25-28
Luego tomando el pan en sus manos y dando gracias a Diosa, lo partió y dijo: "Tomad comed esto es mi cuerpo que por vosotros es
partido, haced esto en memoria de mi. Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado diciendo:
Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, haced esto en memoria de mí... porque de esta manera la muerte del Señor anunciáis
hasta que él venga". 1° Corintios 11:23-26
La noche del abandono, por la traición y la maldad, se convierte en el día de la salvación. Por todo esto celebramos el Jueves Santo, participando de la comunión que es acción de gracias, eucaristía, por este gran regalo de la redención que nos ha sido
dada por el sacrificio de nuestro Señor Jesús.
Viernes Santo: El dolor de la Cruz
En la mañana del viernes el Señor Jesucristo ya está crucificado. Y el pueblo, que lo aclamó como su Rey, su Mesías, su Principe de Paz, que le gritaba ¡Hosanna!, (sálvanos ya), en la fiesta de los Ramos, es invadido por un gran dolor que nace de esa cruz donde está muerto su Señor. Señor que acompañaron durante su ministerio en Galilea, curando
enfermos, comiendo el pan que les enseñó a compartir, los que vieron sus problemas cotidianos convertidos en parábolas, aquellos
que aprendieron a creer en él, los que crecieron con sus enseñanzas, los que vieron como Jesús desenmascaraba a los fariseos,
sacerdotes y poderosos que los oprimían, los que descubrieron la fuerza de su amor, de su justicia, de su fidelidad y de su paz y
hallaron perdón y vida nueva.
Dolor que nace de esa cruz construida por los hacedores de maldad que lo han secuestrado, torturado y asesinado. Dolor de Jesús
sostenido por su gran amor, amor que lo lleva a dar su vida en rescate por muchos, para que ya no sufran más. Hoy sabemos que el Señor está resucitado y derramando su gran amor sobre las necesidades de la humanidad, en sus angustias y aflicciones, dando esperanza, consuelo dando su paz que renueva las fuerzas de la vida
Sábado Santo: Espera Silenciosa
El misterio del sábado santo es el recordar la ausencia de Jesús. El Señor está muerto. Por esto el sábado es el contacto con el vacío, un vacío transitorio que se manifiesta en el recogimiento, el silencio y el ayuno. Donde el creyente celebra en lo profundo de su corazón a su salvador, recordando
"que siendo en forma de Dios, no estimó ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a si mismo tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres y estando en la condición de hombre se humilló a si mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Por lo cual Dios le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra y debajo de la tierra y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para Gloria de Dios Padre". Filipenses 2:6-9
Espera en silencio, oración y ayuno que finaliza el Domingo de Resurrección.
Domingo de Resurrección: La fuerza de la Vida
Dice Jesús: Yo soy la Resurrección y la vida el que cree en mi, aunque esté muerto vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mi, no morirá eternamente. San Juan 11: 25-26
Así como dice Rabindranath Tagore:
"Cuando una flor muere, nace una semilla
cuando una semilla muere, nace una planta.
Y la vida sigue su camino mas fuerte que la muerte".
Así sucedió con Jesús.
La palabra utilizada en griego para decir resurrección es "anístemi", y en el griego era utilizada para significar el despertar o el levantarse refiriéndose a personas que están dormidas o acostadas en el suelo. Pero también este término se utilizaba para referirse a las revoluciones políticas, cuando un pueblo se sublevaba, se levantaba o hacía una insurrección contra los poderosos que lo oprimían.
Al hablar de la resurrección de Jesucristo debemos tener estos dos sentidos presentes. Cristo se despierta, se levanta se subleva
contra el pecado y la muerte. Dios el Padre al resucitar a su hijo Jesucristo produce una insurrección contra el pecado y la muerte y
contra toda situación que la provoque. Y este es el sentido de la nueva Pascua inaugurada por Cristo, el paso de la muerte a la vida.
Pascua de Cristo que es nuestra Pascua: "En la muerte de Cristo nuestra muerte ha sido vencida y en su Resurrección todos resucitamos". (Prefacio de la Pascua). Pascua que nos dice que la fuerza de la vida vence a la muerte y por la Resurrección de Jesucristo nos da la vida eterna.
Uso de Velas
En el AT y en el NT se hace referencia a las velas por su capacidad de alumbrar conviertiéndose en símbolo de luz, luz que alumbra las tinieblas del pecado. La primera referencia al uso de velas en la liturgia cristiana es de Prudencio (438 DC) siglo IV. El himno "Fos Hilaron" escrito en griego, uno de los más antiguos de la literatura primitiva cristiana era para ser cantado cuando se encendían las velas. Mas tarde esta ceremonia pasó a ser llamada en la liturgia antigua: "Lucernarium" en latín.
Las primeras palabras de Dios en el Génesis fueron y haya luz. Jesús dijo Yo soy la luz del mundo. La palabra de Dios es llamada lámpara, etc.
Cirio Pascual
Entre todos los símbolos derivados de la luz y del fuego, el cirio pascual es la expresión más fuerte, porque los reúne a ambos. El cirio pascual representa a Cristo Resucitado, vencedor de las tinieblas y de la muerte. Se enciende con fuego nuevo en completa oscuridad, porque en Pascua todo se renueva, de él se encienden todas las demás luces. El cirio se enciende en el primer oficio del Domingo de Resurrección que generalmente es a partir de las doce de la noche inicio de la vigilia. Y se llama Lucernario y puede durar hasta el alba donde se inicia el oficio del día. Las características de la luz son descritas en el exultet y forman una unidad indisoluble con el anuncio de la liberación pascual. El encender el cirio es, pues un memorial de la Pascua. Durante todo el
tiempo pascual 6 domingos el cirio estará encendido para indicar la presencia del Resucitado entre los suyos. El Cirio Pascual tiene el papel de significar ante los ojos del mundo la Gloria del Cristo Resucitado. Por eso se graba en la cera la cruz y las letras griegas alfa y omega: "Cristo ayer y hoy, principio y fin, alfa y omega, suyo es el tiempo y la eternidad. A él la Gloria y el Poder por los siglos de los siglos. Amén". Así y con otras formas se enciende el cirio expresando con gestos y palabras toda la doctrina del Reino de Cristo sobre el cosmos
expuesta ya en las cartas de San Pablo. Nada escapa al Señorío de Cristo, ni tiempo, ni cosas, ni humanidad. También esta liturgia nos recuerda la intervención del Señor: "El pueblo que caminaba en tinieblas vio una gran luz, Is. 9:1. Después viene el pregón pascual o el "exultet". Por lo tanto, si vamos a ser fieles a la tradición, el cirio pascual tendría que encenderse el domingo.