24 de abril de 2009
Padre nuestro que estás entre nosotros
Autor/es: Cristina Dinoto
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Padre nuestro que estás entre nosotros.
Porque creemos en la cruz y resurrección de Jesús que nos da el privilegio de llamarte Padre y porque nos sentimos hermanos, miembros de esta gran familia de Cristianos, tan diferentes por fuera,
rubios, morenos, blancos, negros, altos, bajos... y tan iguales por tu amor y misericordia.
Santificado sea tu nombre.
Que santifiquemos tu nombre al vivir en obediencia a Ti.
Cada día preguntarnos si nuestra conducta santifica tu nombre. Cada día vivir amando de tal manera, que con ese amor santifiquemos
tu nombre.
Venga tu Reino. ¿A quiénes? ¡¡¡A todos!!!
Pero hay algunos que lo necesitan más pronto. ¡¡Venga tu Reino!! A los que producen violencia fuera y dentro de sus casas, entre su familia.
A los grandes y chicos de las familias que padecen esa violencia. A los integrantes de la casa que salen día a día a buscar trabajo y no lo encuentran.
A aquellas familias donde falta de comer, calzado, fuego para calentarse, medicamentos y todas esas cosas que tú conoces.
A las familias formadas con papás o mamás y chicos de otras familias. Para todos, Señor, que esperamos Justicia verdadera, Paz que dure para siempre, Misericordia y Amor de la mejor calidad, que sólo de Ti podemos recibir.
¡¡¡VENGA TU REINO!!!
Hágase Tu voluntad. En nuestras vidas.
En la vida de aquellas familias excluidas de los modelos económicos vigentes.
En la vida de aquellas familias que viven en la abundancia y el derroche.
En la vida de los chicos que son discriminados porque se visten con ropa usada.
En la vida de los que se compran todo lo que quieren no sólo lo que necesitan.
En los jóvenes de las familias pobres, para los que siempre hay un "no se puede". En los jóvenes de las familias pudientes donde todo se puede pero no todo conviene.
En aquellos papás y mamás que buscan día y noche a sus hijos desaparecidos, vendidos o regalados.
En aquellos chicos o jóvenes que no conocen su verdadera familia. Tu voluntad Señor en nuestra Patria, no la voluntad de las personas, sino la tuya.
Tu divina voluntad Señor, así en la Tierra como en el cielo, porque te reconocemos Señor del cielo y de la tierra, porque sabemos que tu Reino no tiene límites,
como tu Poder y tu Amor por nosotros.
El pan nuestro de cada día danoslo hoy.
Y en el pan de la mesa, te pedimos todos los otros panes.
El pan de la alegría tan necesario para vivir, el pan diario de la libertad, que te pedimos para los papás, mamás y jóvenes de nuestras familias, que están defendiendo su fuente de trabajo.
El pan que consuela el corazón de los desalentados de la familia. El pan del amor fraternal, de la amistad, del amor de las parejas, el pan del amor familiar.
El pan de Tu Palabra. El pan de la Santa Cena.
¡¡¡Este pan, Señor, danos cada día!!!
Y perdona nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Nuestras deudas Señor.
Somos deudores por aquellos de nuestra familia a quienes no le predicamos tu evangelio, dándoles aliento en lo que hacen, con abrazos diarios, con un "Te quiero".
Hacer de mis preocupaciones la cosa más importante, también genera deudas.
La desobediencia a vivir tu evangelio, nos hace deudores contigo. Ese enojo acumulado en el corazón, que casi se hace rencor, por no animarnos a pedir "perdón", es una deuda de amor.
¡¡¡PERDONA NUESTRAS DEUDAS SEÑOR!!!
Y danos la valentía de decir con el corazón: así como nosotros perdonamos a nuestros deudores.
Y no nos dejes caer en la tentación.
En la tentación de creer que nada tenemos para celebrar o festejar en la familia.
En la tentación de no darte gracias por aquellos que estaban enfermos y recuperaste.
En la tentación de no agradecerte por la vida de nuestros mayores de quienes tanto aprendimos y aprendemos.
No nos dejes caer en la tentación de olvidarnos que CRISTO VIVE, y que lo hace caminando con nosotros, viviendo nuestras propias historias de vida.
¡¡GRACIAS SEÑOR!! Porque te podemos pedir que "no nos dejes caer en la tentación".
Y ahora también te pedimos... Más líbranos del mal, dentro y fuera de nuestras familias.
Del mal decir.
Del mal hacer.
Del mal pensar.
Del mal que nos rodea y nos es difícil escapar.
De las fuerzas del maligno, que a veces son tan atrayentes.
De ese mal tan contagioso que significa "No hacer", ni siquiera lo que tenemos a nuestro alcance, para escapar del mal. ¡¡¡Líbranos del mal!!!
PORQUE TUYO ES EL REINO,
EL PODER
Y LA GLORIA
POR TODOS LOS SIGLOS.
AMEN.
Palabras relacionadas
familias, pan, amor, señor, mal