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Oración de Jerusalén
para el domingo, 30 de mayo de 2010
Los líderes de las iglesias de Jerusalén invitan a las iglesias de todo el mundo a orar con ellos
Creemos que cada ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, y que la dignidad de cada persona procede del Todopoderoso. Creemos que esa dignidad es una y la misma en cada persona que nos rodea. Esto significa que para nosotros, aquí y ahora, y en este tierra en particular, Dios nos creó no para que estuviéramos enfrascados en luchas y conflictos, sino para que pudiéramos venir a conocernos y a amarnos los unos a los otros, y juntos construir este tierra en amor y respeto mutuo.
En la ausencia de toda esperanza, nosotros levantamos nuestro clamor de esperanza. Creemos en Dios que es bueno y justo. Creemos que la bondad de Dios finalmente triunfará sobre los males del odio y la muerte, que todavía persisten, en nuestra tierra. Nosotros vamos a ver «una nueva tierra» y «una nueva persona», capaz de levantarse en el espíritu para amar a cada uno de sus hermanos y hermanas.
Dios de gracia y Padre celestial, Creador y sustentador de cada vida,
te damos gracias y te alabamos por regalarnos a tu único Hijo, Jesucristo—su nacimiento en Belén, su ministerio a través de
Te damos gracias por cada iglesia y parroquia que ora en este día con nosotros en todo el mundo por la paz. Nuestra Santa Ciudad y nuestra tierra están muy necesitadas de paz.
En tu insondable misterio y en tu amor para todos, permite que el poder de tu Redención y de tu Paz transcienda todas las barreras de las culturas y las religiones y llene el corazón de todos los que aquí te sirven, de uno y otro pueblos - israelí y palestino - y de todas las religiones.
En la tierra que tú hiciste Santa, libéranos del pecado de la indiferencia, complacencia y violencia que solo trae odio y muerte. Libera las almas de israelíes y palestinos. Dale liberación, redención y dignidad a la población de Gaza, que vive bajo dificultades, amenazas y bloqueos. Guía a los líderes de esta tierra, purifica sus mentes y corazones, para ser verdaderos servidores de sus pueblos. Habla tu palabra de amor para que todos podamos oír, guíanos a la justicia en todas las tierras, danos el poder para proclamar tu reino, supera las distancias que nos dividen y nos preocupan, y permite que venta tu reino.
Todo esto te lo pedimos en el nombre de Jesucristo, destructor de barreras y que comparte nuestra humanidad, y en el poder del Espíritu Santo, que ora en nosotros y a través nuestro. Amén.