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Desafío Miqueas
Objetivos del Milenio
Oración a los 10 años de la firma de
Dios nuestro, fuerte, poderoso, grande y temible; que cumples tus promesas
de amor y permaneces siempre fi el y justo con todos los que te honran y
obedecen, te rogamos ahora que escuches nuestra oración
.
Tus hijos e hijas, alrededor de todo el mundo, levantamos nuestras voces y
clamamos por todos aquellos que sobreviven día a día en situaciones de
pobreza y hambre; resistiendo con dolor, la injusticia de no poder disfrutar de
una vida realmente humana y digna.
Sufrimos con aquellos cuya existencia es sólo una angustia permanente
producida por la codicia, la acumulación de riquezas, la indiferencia, el
desprecio, el racismo y el odio entre los seres humanos.
Te pedimos perdón.
Confesamos que no siempre te hemos obedecido y que, directamente o con
nuestra indiferencia, somos parte de estos terribles pecados que ocasionan
la pobreza en todo el mundo.
No hemos sido fieles a tus mandamientos de amor, solidaridad, justicia y
compasión.
Nuestra ceguera espiritual, nos ha hecho actuar de manera egoísta. No hemos
hecho caso a tus demandas de movernos a compasión ante el sufrimiento de
los otros, y así hemos anunciado tu Evangelio de Vida y Vida en abundancia;
de manera limitada y reducida.
Pero ahora Señor, queremos recordar y comprometernos con tus promesas de
salvación y reconciliación de todo lo creado. Reconocemos nuestros terribles
pecados pero también nuestra infinita necesidad de que tus promesas de
saciar el hambre y sed de justicia, de redimir la tierra, de consolar al abatido,
de dar buenas nuevas a los pobres, de otorgar salud y paz plena a todas las
naciones; sean una realidad en todos los confines de la tierra.
Por eso, ahora, Padre nuestro, te suplicamos que nos pongas a bien y nos
bendigas para hablar y demandar a los líderes del mundo que cumplan las
promesas que asumieron hace 10 años de luchar por reducir la pobreza
en el mundo por lo menos hasta la mitad para el 2015. Te pedimos que lo
hagan ejerciendo plenamente la justicia y movidos por una real misericordia
y respeto hacia la humanidad.
Concede a tu Iglesia, en el poder de tu Espíritu, contribuir de todas las maneras
posibles a liberar a este mundo del pecado estructural de la pobreza y que,
fortalecidos en la plenitud de tu amor, valor y sacrificio, nuestras palabras y
obras declaren el Reino de Dios y su justicia en toda la tierra.
Que así sea. AMEN.