Red de liturgia

(Mateo 10:24-39)

Pueden matar el cuerpo,
pero no podrán matar las ideas,
los sueños,
el alma.
No matarán nuestra integridad,
ni nuestras esperanzas,
porque no sentimos miedo,
intolerancia,
ni odios.
Hablamos a la luz del día,
no decimos nada en la oscuridad,
nuestro mensaje es controversial,
no trae paz a mucha gente,
sino enemistad y enfrentamientos.
Quien confiesa a Jesús,
confiesa al mismo Dios,
es valiente.
El cobarde no es fiel a nada
ni a nadie,
tampoco así mismo,
ni a sus ideales,
es su propio enemigo.
El valiente toma su cruz,
lo abandona todo,
nada es más importante 
que el Reino de los Cielos,
que la voluntad de Dios.
El odio no lo confundamos
con el amor,
ni el amor hacia las personas
o a las posesiones debe ser 
más grande o importante 
que el que le debemos a Dios,
pero no ama al Señor
quien no ama a su hermano
o hermana.
Gana completamente su vida,
quien la dedica a Dios,
la pierde quien es egoísta
y se olvida de Dios y el prójimo.
Intentarán a cada instante 
matar nuestras ideas 
y esperanzas.
Ante su impotencia desearán
desaparecernos y asesinarnos,
matarnos físicamente,
no temamos ante sus amenazas,
no podrán matar nuestro espíritu,
nuestras luchas y esperanzas.