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MIL AÑOS COMO UN DÍA (Salmo 90)
A mi esposa en sus 80 años
Señor, es cierto que ante ti mil años
encanecen tan pronto como un día,
y que la edad, fugaz como la hierba,
en pocas horas crece y se marchita.
También es cierto que en tu agenda eterna,
por tu misericordia, nos registras,
cuando dejamos que a contar el tiempo
nos enseñes con tu sabiduría.
Entonces, los setenta y los ochenta,
rejuvenecen sus alas y se animan
a remontar molestias y trabajos,
a volar más allá de las fatigas.
Rodéanos, Señor, de tu presencia,
de tu confianza al comenzar el día,
y así tomados de tu amor, alegres
podremos caminar toda la vida.
Bahía Blanca, 9 de mayo de 2002
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