24 de abril de 2009
Las estructuras de la Eucaristía de los primeros siglos
Autor/es: Sergio Adrián Fritzle
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En la época neotestamentaria, la Eucaristía es descripta por el Apóstol Pablo, junto a la comida llamada Ágape, con la siguiente secuencia: Acción de Gracias sobre el pan y el vino, partimiento del pan, distribución del pan, la comida propiamente como el Ágape, la oración sobre el cáliz y su distribución, en el marco de la gratitud y esperanza en Jesús.
En la Didajé (90 y 100 DC), la Eucaristía (IX-X.1-6) es solamente para bautizados, y se desenvuelve con la siguiente secuencia: comienza con la acción de gracias, primero sobre el cáliz, luego sobre el pan (fragmento). Luego viene la Oración por la Iglesia en la cual se alude las partes de ella por toda la tierra y su reunión en el reino sigue una prescripción acerca de quienes pueden participar posteriormente viene la distribución hasta saciarse a continuación viene la acción de gracias, llamada postcomunión y nuevamente se ora por la iglesia (Oración por la Iglesia) concluye con la esperanza de la segunda venida de Cristo en la expresión "Maranata".
A mediados del segundo siglo, la Eucaristía se separa del Ágape, donde se hacen en ocasiones diferentes.
Con Justino (muerto cerca del 165 DC), la Eucaristía se presenta en el marco del bautismo, donde se hacen oraciones comunes junto a los nuevos fieles, se saludan con el ósculo santo, se presenta al que preside el pan y el vino mezclado con agua, se eleva un himno de alabanza por los frutos, se pronuncia la oración eucarística, llamada como una "larga eucaristía", el pueblo responde con un Amén, entonces los diáconos dan a los presentes, el pan y el vino mezclado con el agua, donde también se llevan a los ausentes. Justino llama a este alimento de Eucaristía y sólo puede ser dado al creyente que ha sido bautizado, definiendo que es un mandato.
Justino también menciona el orden en la liturgia dominical, con esta secuencia: oración, presentación del pan y el vino mezclado con agua, oración y acción de gracias (oración eucarística), respuesta del pueblo con el Amén, distribución y recepción de los elementos, y envío del alimento a los ausentes.
En la Tradición Apostólica de Hipólito de Roma (s. III), la Eucaristía se desarrolla en el marco de la ordenación de un obispo al ser consagrado obispo, es saludado con el ósculo de la paz, presentan la oblación a los diáconos quienes imponen las manos sobre la ofrenda, se da gracias con el presbiterio y comienza la Anáfora al saludarse con el pueblo, dice el Sursum Corda y desarrolla la Oración Eucarística con una acción de gracias, identificando a Cristo con los dones recibidos, mencionando la obra, pasión, muerte y resurrección de Cristo, diciendo la narración de la Eucaristía, una anamnesis de la muerte y resurrección, y concluyendo la oración con la Epiclesis, invocando el Espíritu Santo, se fortalezca la comunión y la fe, finalizando la Epiclesis con una doxología. Luego se da la posibilidad de consagrar con el pan y el vino aceite, bendecir queso y aceitunas.
En la parte segunda, Hipólito escribe sobre los que se aproximan a la fe, los catecúmenos, y describe su primera eucaristía, donde incorpora otros elementos, que son tres cálices: el vino (la Sangre de Cristo), la mezcla de miel y leche (recordando la plenitud de la promesa hecha a los antecesores) y el agua (representando al Bautismo), los cuales son explicados por el obispo a los que participan. Luego, el partimiento del pan, que distribuye el obispo con la ayuda de los presbíteros, en caso necesario los diáconos sigue una instrucción y exhortación, finalizando con la entrega de una ficha blanca con el nuevo nombre del bautizado.
En el escrito Peregrinación de Eteria (s. IV), no se halla desarrollada una descripción de la Eucaristía, sino que solamente es mencionada con el nombre de "Santa Misa" (26.1, 27.9).
En la Cuarta Catequesis Mistagógica sobre el Cuerpo y Sangre de Cristo de Cirilo de Jerusalén, desarrolla la teología, afirmando en primer lugar que se trata de una presencia real "Si los sentidos te lo sugieren, la fe te lo confirma". Según la hermenéutica de aquel entonces, Cirilo hace prefiguraciones del AT para firmar esta verdad.
En la Quinta Catequesis Mistagógica, habla de un lavar las manos de los diáconos, las manos símbolo de las obras, y el lavarlas, de la pureza de las obras. Luego menciona el Ósculo de la Paz, para la reconciliación entre los fieles. Luego viene la Introducción a la Anáfora, teniendo los corazones con Dios y en las cosas terrenales, advirtiendo la necesidad de responder con responsabilidad. Luego viene la exhortación de dar gracias, no sólo por el beneficio de la justicia, sino porque Dios hace al hombre digno de grandes bienes. La Anáfora propiamente dicha, menciona toda la criatura racional e irracional, visible e invisible, quienes invitan a celebrar al Señor, y cantan el Sanctus. Posteriormente viene la Epíclesis, para hacer del pan y el vino, el Cuerpo y la Sangre del Señor. Llama a la consagración el "Culto Incruento" o "Sacrificio Espiritual". Luego vienen las intercesiones por las iglesias, el mundo, emperadores, ejércitos y aliados, los enfermos, afligidos y en general por los necesitados. Después viene la mención de la iglesia triunfante, todos los que precedieron en la fe, intercediendo por ellos y ellos por los fieles. Después se reza el Padre Nuestro. Luego el sacerdote dice "las cosas santas a los santos". Luego el cantor invita con el Salmo 33:9. Luego viene la distribución de la Mesa, recomendando colocar la mano izquierda como un trono para la derecha, para recibir al Rey, a través de su cuerpo luego se comulga el Cáliz, respondiendo con un Amén. Con la humedad de los labios, se recomienda mojarse los ojos, la frente y los sentidos. Posteriormente se prescribe dar gracias por los misterios recibidos.
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