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18 de julio de 2011

La silla

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LA  SILLA

 
La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo.  Cuando el sacerdote llegó a la habitación del enfermo, lo encontró en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas.  Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el  hombre sabía que vendría a verlo.


"Supongo que me estaba esperando", le dijo.  "No, ¿quién es usted?", respondió el  hombre. "Soy el sacerdote que su hija llamo para que orase con usted; cuando vi. la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabia que yo vendría a visitarlo".

"Oh sí, la silla", dijo el enfermo,  ¿le importa cerrar la puerta?"  El sacerdote sorprendido la cerró. "Nunca le he dicho esto a nadie -le contó el hombre- pero  toda mi vida la he pasado sin saber como orar.  Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la  oración, que se debe orar y los beneficios que trae, pero siempre esto  de las oraciones me entro por un oído y me salió por el otro pues no tenía  idea de cómo hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración."

Esto ha sido así en mí hasta hace unos cuatro años -continuó- cuando conversando con  mi mejor amigo me dijo: José, esto de la oración es simplemente tener una  conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas: te sientas en  una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti.  No es algo alocado el hacerlo  pues él nos dijo:  "Yo estaré siempre con vosotros". Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora".

"Es así que lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces". Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija.... pues me internaría de inmediato en el manicomio."

El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que  era muy bueno lo que había estado haciendo, y que no cesara de hacerlo.


Luego hizo una oración con el, le extendió una bendición y se volvió a su  parroquia.

Dos días después, la hija de José llamo al sacerdote para decirle que su  padre  había fallecido. El sacerdote le pregunto:  "¿Falleció en paz?"

"Si, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamo  y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un  beso." "Cuando regrese de hacer compras una hora mas tarde ya lo encontré muerto."

"Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo  antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó  su cabeza en ella, pues así lo encontré. Qué cree usted que pueda significar  esto?"

El sacerdote se secó las lagrimas de emoción y le respondió: "Ojala que  todos nos pudiésemos ir de esa manera..."

 


Autor desconocido

 

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