24 de abril de 2009
La predicación de hoy
Autor/es: Mansur Azzam
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¿ Cómo evaluar una predicación ?
¿Proclamó las buenas nuevas? En que partes del sermón, hubo buenas noticias para la congregación, pues es importante que estas estén cuando se "proclama el evangelio". Muchas veces notamos que si falta esta parte, no se proclamó el evangelio. Ejemplo: "arrepiéntanse que el Reino de Dios está cerca". La buena noticia es que es posible esperarlo con alegría y esperanza, pues ésta es la clave de la encarnación y redención.
¿Se ejerció el ministerio profético? la denuncia, la lectura de los sucesos de nuestro tiempo a la luz del mensaje cristiano, son parte importante también de la exhortación a los hermanos. No es necesario que esté presente "el elemento condenatorio", pero aún cuando esté presente, debe ser parte de la buena nueva. Ejemplo: "no presuman de ser hijos de Abraham..." La buena noticia está en que Dios puede hacer hijos de Abraham aún de estas piedras. La buena noticia no se nos escapa, pues nosotros somos estas piedras.
¿Se usó lenguaje llano, comprensible? Es importante que el predicador tenga retorno acerca del lenguaje usado, y su comprensión por parte del "nivel menos instruido" de los oyentes. Después de todo, una parte importante de nuestra tradición resalta el "lenguaje vernáculo", y todo esto viene de nuestra exigencia de que la predicación, como otras partes del culto, sea entendida por el pueblo (recordar el origen de la tradición de la lectura bíblica en el culto:ver Nehemías 8: 1-12).Ejemplo: El uso de términos como "la problemática", en vez de "los problemas", y de tecnicismos muchas veces no explicados como "parusía", "epifanía", y "diaconía", lleva a encallecer los oídos de nuestros hermanos más pequeños, o a rebotar en ellos.
¿Se invitó...? ¿Se abrió la puerta de las posibilidades a los hermanos? Se explicitó que el mensaje del evangelio de hoy es "para ustedes, para sus hijos, y para los extranjeros que habitan en sus tiendas"?
¿Se relacionó la predicación con la Eucaristía? Por más que nos esforcemos, la predicación suele ser un mensaje dirigido de un orador a muchos oyentes. Esto no es necesariamente malo, a menos que abusemos de los demás. Pero el resto de la adoración de la Iglesia, es naturalmente generado por la comunidad. Los órdenes de culto cumplen la función de facilitar esto. Pero en nuestra tradición, muchas veces el sermón ocupó un lugar central. No discuto su importancia, sino su centralidad. Y una forma de correr la predicación del centro del culto, es relacionarla con otras partes de la adoración. Los sacramentos de la Iglesia apuntan, mucho más que el sermón, al misterio de nuestra relación con Dios. Y relacionar la predicación con los sacramentos le da al sermón el contenido trascendente que ningún discurso humano (ni palabras angélicas) pueden lograr por si mismas. Ejemplo 1: "Así como el Señor dio de comer a 5000 personas, hoy nos invita a que comamos de su cuerpo, y bebamos de su sangre, para hacer que su presencia sea manifiesta en nuestro mundo, en nuestra ciudad, y muchos más puedan acercarse...". Ejemplo 2: "Así como el Señor nos envió a bautizar y hacer discípulos, hoy lo hacemos con este hermano(a), y esta congregación, testigo de la gracia, reclamará para Cristo la vida del hermano(a), en sus actos, su amor, su cuidado, y su insistencia".
¿Se usó una oración de iluminación, y oración o exhortación de final? Son los elementos pequeños, simples, que quitan la pretensión de "discurso" a la predicación de la iglesia. Quien predica, en el primer caso, se pone junto, con la congregación, a los pies del Maestro, y bajo el juicio misericordioso de Dios, y convoca a que todos hagamos lo mismo. Pide perdón por sus errores, y deja abierta la puerta para seguir el debate que nos propone el leccionario (u otro), aún para el desacuerdo creativo.
Palabras relacionadas
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