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30 de julio de 2010

La liturgia ¿testimonio de fe? - Aporte Teorico

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La Liturgia

¿Testimonio de Fe?

 

 

 

 

Estas breves líneas surgen como consecuencia de la participación en diversos servicios religiosos y del reflexionar en cuanto a la intervención de la comunidad de fe en dichos servicios.  

Históricamente las iglesias protestantes se han caracterizado por la participación de los laicos, de la comunidad, en su liturgia. Esto depende de cada denominación y de la apertura que tenga el pastor o pastora. De esta manera hay denominaciones que abren la liturgia a la mayor participación posible de la comunidad, incluso de la dirección de la misma, como otras, en las que la liturgia está sólo en las manos del ministro.

En algunas iglesias, la participación se limita al canto comunitario, al uso de las antífonas, y a la lectura de los textos bíblicos.

Como afirma el Dr. César Gogorza[1], la liturgia debe reflejar el acontecimiento de Dios en la vida del creyente. Esto significa que en la liturgia, por un lado, el pueblo reunido comparte lo que Dios ha hecho en su vida, da gracias a Dios por ello y comparte su alegría en la comunidad de fe. Muchas iglesias llaman a este momento “tiempo de gratitud y testimonios”. Y por otro lado, el pueblo reunido comparte aquello que ya ha puesto en las manos de Dios: sus preocupaciones, angustias, familiares enfermos, distintas necesidades. Se llama a este momento “tiempo de Intercesión”, donde se intercede por otros, se pide a Dios por distintos motivos, personas, situaciones que la comunidad expresa en voz alta, para que toda la comunidad ore por los motivos compartidos.

Estos dos momentos dentro del culto se caracterizan por la participación plena de la comunidad de fe. El liturgo abre el diálogo para toda la comunidad y es ella quien responde compartiendo motivos. De esta manera, la liturgia es el servicio del pueblo de Dios.

En algunas de las celebraciones de las que participé, estos momentos eran simplificados con una antífona o mediante una oración escrita. De esta manera se reemplaza la participación de la comunidad de fe expresando sus motivos. Los que solemos dirigir la liturgia vemos el lado práctico de este reemplazo: el momento no se extiende mucho tiempo, evitamos comentarios fuera de lugar, evitamos la conversación que a veces se puede dar, evitamos romper con el clima del culto, evitamos que el momento se vuelva “pesado”, etc. Sin embargo, vale decir que limitando la participación de la comunidad en estos dos momentos particulares de la liturgia, se limita el testimonio del pueblo de Dios. Limitar la participación de la comunidad resulta en el empobrecimiento de la celebración.

Creí por lo cual hablé”, dice Pablo en 2 Cor. 4:13. Es esto mismo lo que quiere hacer la comunidad de fe al compartir sus alegrías y sus peticiones. Porque creen es que dan gracias a Dios por aquellas muestras de amor que han recibido de Él. Porque creen quieren dar testimonio de esa fe en su comunidad. De igual manera, porque creen es que quieren poner en las manos de Dios sus preocupaciones. Porque creen es que confían en Dios, en su poder, en su misericordia, y en que no hay nada imposible para Él.

La responsabilidad del liturgo es poder guiar de la mejor manera esos momentos para que no pierdan su riqueza, pero debe hacerlo mediante la participación de la comunidad de fe. Esto es un gran desafío, es mucho más sencillo simplificar el momento con una antífona, oración escrita u otro recurso.

El buen liturgo o liturga, como animador o animadora, buscará enriquecer el culto mediante la participación de la comunidad de fe, proveyendo las condiciones para que la alabanza y gratitud, al igual que la intercesión de centren en Dios. Esto dará mayor riqueza a la celebración en cuanto se tornará verdadero testimonio del pueblo de Dios, testimonio de fe, porque reflejará el acontecimiento de Dios en la vida de los creyentes.

 

Maximiliano A. Heusser

Iglesia Evangélica Metodista Argentina en Temperley, Bs. As.



[1] Profesor de la cátedra de “Liturgia” en el Instituto Universitario ISEDET, Buenos Aires.

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comunidad, dios, liturgia, participación, fe

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