Autor/es: Maximiliano A. Heusser
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Bienaventurados los pobres en Espíritu.
Dios nuestro, que podamos tener espíritu de pobres, identificándonos con quienes más necesidades tienen en nuestros pueblos y ciudades.
Bienaventurados los que lloran.
Dios nuestro, que podamos llevar consuelo a quienes lloran, identificando, también, las causas de sus dolores y angustias.
Bienaventurados los mansos sin tierra.
Dios nuestro, que todas las personas puedan acceder a la tierra, sean del lugar, o hayan venido de otros lugares, buscando un futuro mejor.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia.
Dios nuestro, que podamos proclamar el Evangelio que es anuncio y denuncia, para que sea haga justicia en nuestras realidades.
Bienaventurados los misericordiosos.
Dios nuestro, que podamos sentir en nuestros corazones las necesidades de los demás, obrando con amor.
Bienaventurados los de limpio corazón.
Dios nuestro, que podamos alejarnos del pecado y del mal, actuando según tu voluntad.
Bienaventurados los que hacen la paz.
Dios nuestro, que podamos ser pacificadores, en medio de tantos que promueven odios y levantan muros que dividen.
Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia.
Dios nuestro, que podamos ser fieles discípulos y discípulas tuyas, haciendo nuestra la ética del Reino.
Bienaventurados son cuando los vituperen y los persigan.
Dios nuestro, que nuestros compromisos, nuestras elecciones y nuestras lealtades sean las tuyas, y que podamos asumir nuestra cruz, con entereza y esperanza.
Te lo pedimos en el nombre de Jesús, tu Hijo, nuestro Hermano,
Amén.
P. Maximiliano A. Heusser