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24 de abril de 2009

Fe y Prosperidad

Autor/es: William Castaño Barón

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La promesa de prosperidad proclamada desde los púlpitos y a través de algunos medios de comunicación, resulta cada vez más atractiva.
El crecimiento acelerado del número de iglesias en las cuales se predica un evangelio de la "prosperidad" material, es un asunto que debe preocupar seriamente a los líderes eclesiales de nuestro continente.

Los predicadores y "teólogos" de la prosperidad, en la mayoría de los casos, hacen una lectura parcial de la Biblia, una
interpretación subjetiva y una aplicación mediada por sus propios intereses. Es por esto que, terminan afirmando que "el creyente
que goza comunión plena con Dios, es testigo solamente de bienestar, salud y prosperidad. El dolor y el sufrimiento no entran en el inventario de las bendiciones espirituales pues contradicen los buenos propósitos de Dios para con sus hijos". 1

Este tipo de predicación, tiende a desconocer que el quebrantamiento también forma parte de las estrategias que Dios usa para enseñarnos.
Dios no magnifica la pobreza, pero, tampoco lo hace con la riqueza.
Proclamar con el apóstol Pablo un mensaje de "contentamiento", no es un llamamiento al conformismo. El apóstol Pablo declara con mucha convicción que Dios provee para nuestras necesidades, aunque no siempre para nuestros deseos. 2

Es muy común escuchar que la condición de pobreza de una persona es "necesariamente" el fruto de su pecado, pero, asociar indiscriminadamente la pobreza con el pecado, es tan perverso como asociar la riqueza con el estar bien con Dios, en uno y otro caso el error está en la generalización facilista y sin fundamento bíblico.

Con su predicación y su estilo de vida, muchos líderes eclesiales de nuestro tiempo, le dan la razón a quienes afirman que el evangelio fue transformado en un producto, la iglesia en un gran supermercado, el hombre en un consumidor y el pastor en un gerente emprendedor.
Algunos críticos consideran que una iglesia para estos tiempos no es aquella que hace discípulos comprometidos con el proyecto de Dios en la historia, sino aquella que presenta resultados numéricos de miembros y de los aportes de éstos como "sembradores".
Este tipo de predicación, desconoce la realidad del mundo en que vivimos,
idealiza las sociedades industrializadas y económicamente prósperas,pero, y ¿qué de los creyentes de los países del tercer mundo?,
¿son menos espirituales o les falta fe a los cristianos en el centro del África, en la India o en Latinoamérica?

¿Cuándo aprenderemos que la prosperidad es un fruto de la justicia y de la solidaridad humana? Como bien decía Juan Crisóstomo,
eminente predicador del siglo IV, "ser rico no es poseer mucho, sino dar mucho". 3

"Predicar un evangelio de la prosperidad sin tener en cuenta los valores del espíritu, es predicar un evangelio fácil, sin compromisos, superficial. Podrá llenar templos, pero también los vaciará cuando las promesas no se cumplan de acuerdo con las
esperanzas alimentadas por un discurso superficial". 4

1. Góngora, Alvin. Fe y prosperidad. Pág. 73

2. Filipenses 1:9

3. Núñez, Emilio A. Revista Continente Nuevo. No. 17. pág.15

4. Milován, Guillermo. Revista Continente Nuevo. No. 17.
pág.13

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es, dios, prosperidad, evangelio, pobreza

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