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03 de octubre de 2017

Estudio Exegético Homilético (Mateo 21:33-46)

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ESTUDIO EXEGÉTICO-HOMILÉTICO 031 – Octubre 2002

Domingo 06.10.2002 – 20º Domingo después de Pentecostés

Salmo 80:7‑14; Isaías 5:1‑7; Filipenses 3:4-14; Mateo 21:33‑46

 

Mateo 21:33–46 Los inquilinos de la viña. Los malos arrendatarios y el hacendado benévolo. (ver Mc 12:1–12; Lc 20:9–19)

La mayor parte del Imperio romano rural estaba controlado por hacendados adinerados cuyo ingreso por la propiedad de la tierra les permitía vidas de completo ocio. Sus propiedades generalmente eran trabajadas por granjeros arrendatarios que eran campesinos normalmente libres (como en Egipto), pero a veces esclavos (como en la mayor parte de Italia). Aunque los hacendados podían ganar gran honor entre los pobres si eran benévolos y trataban que a sus obreros les gustara el patrón[1] tratando bien al cliente[2], tales hacendados normalmente tenían poco incentivo para hacerlo. Generalmente vivían lejos, a menudo en las ciudades, y tenían poco contacto personal con sus obreros. Pero el hacendado en esta parábola[3] es tan benévolo que los aristócratas lo habrían considerado ingenuo.

Jesús se dirige a aquéllos que se imaginan gobernantes de Israel (21:23), recordándoles que son meramente custodios de la viña de Dios elegidos por Él (como los pastores de Jer 23 y Ez 34).

Aquí el tema de la sustitución está explícito. El relato habla de un dueño ausente y unos arrendatarios que tienen la obligación de pagar al dueño una proporción fija del producto como renta. Su negación de hacerlo sería razón suficiente para reemplazarlos; el asesinato de su hijo hace que las cosas sean mucho más serias.

El punto del relato era obvio tanto a los principales sacerdotes como a los fariseos (45), y lo hubiera sido para cualquiera que conociera el libro de Is., donde la admirable parábola de la viña (Is 5:1–7) simbolizaba el fracaso de Israel en cumplir las expectativas de Dios. Pero el enfoque aquí no era sobre Israel en su totalidad, sino en sus líderes, cuya ejecución del Hijo de Dios estaba por llevar a su clímax los repetidos rechazos de los profetas del pasado. Estos ahora sólo podían esperar un fin atroz, mientras que otros serían acomodados en sus lugares.

Mt 21:33. la descripción de Jesús sigue la manera normal de preparar una viña, pero alude claramente a Isaías 5:1-2, dónde Israel es la viña.

Mt 21:34. Los pagos se hacían en el momento de la cosecha, o el porcentaje (normalmente por lo menos 25 por ciento) o una cantidad predeterminada.

Mt 21:35-37. los hacendados siempre tenían poder, social y legalmente, para hacer cumplir su voluntad en los arrendatarios; algunos, según informes recibidos, incluso tenían escuadrones de asesinos contratados para tratar con los arrendatarios molestos o rebeldes. Aquí los arrendatarios actúan como si fueran los que tenían el poder, y se aprovechan de él implacablemente (como opuesto al ideal de un hacendado benévolo). Esta actitud encaja en la tradición bíblica de que Israel martirizó muchos de los profetas que Dios le enviaba.

Mt 21:38-39. Los arrendatarios presumen demasiado sobre la herencia. Aunque pudieran heredarla bajo ciertas condiciones legales, el dueño también podía estipular, y después de sus fechorías ciertamente más, que alguien más heredara la viña; o representantes del emperador podrían arrestarlos. La historia pinta a los arrendatarios como incomparablemente malos y tontos; los arrendatarios son una metáfora transparente de los líderes religiosos que se servían a sí mismos en lugar de a Dios – como los escuchas de Jesús sabían (21:45).

Mt 21:40-41. Los antiguos escuchas se preguntarían por qué el hacendado no había intervenido para sacar a los arrendatarios antes. Hacer preguntas era normal en un rabino[4] la manera de involucrar a los oidores en la historia o enseñar; los oidores de las parábolas estaban familiarizados por los profetas bíblicos en pronunciar un juicio sobre ellos mismos (2 Sam 12:5-7; 14:8-17; 1 Re 20:40-42).

Mt 21:42–44. Elabora las implicaciones del relato. El v. 42 (cita Sal. 118:22) ilustra el trastrocamiento divino que ocurriría pronto, cuando el rechazado por los líderes de Israel fuera la persona elegida para el lugar de mayor honor. El v. 44 prosigue con la misma metáfora haciendo alusiones a las rocas destructivas de Is 8:14, 15 y Dan 2:34, 35, 44, 45. El v. 43 es más directo: el reino simbolizado por la viña pertenece a Dios y no a ellos; y él la ha de confiar a alguien más responsable. Un pueblo sugiere no solamente un cambio de liderazgo, sino la misma composición del pueblo de Dios cambiaría (según los lineamientos sugeridos en 8:11-12). Sin embargo, no sería un asunto sencillo de reemplazar a los judíos por los gentiles (esto requeriría en la expresión una referencia a “pueblos” en el plural, el término gr. normal para gentiles); más bien se estaba creando una nueva comunidad del pueblo de Dios (cf. sobre 16:18), en el cual tanto judíos como gentiles hallarían su lugar. Lo que los caracterizaría no sería su nacionalidad, sino que producirían frutos (cf. 3:8, 10; 7:15–20; 12:33–37; 13:8, 26; y especialmente 21:18–20).

Mt 21:42. Este texto es del Salmo 118:22-23, la parte del Hallel[5], como 118:25-26 citados en Mt 21:9. El edificio referido a es el templo (vea Sal 118:18-21, 25-27); como la piedra angular de un nuevo templo, Jesús propone una amenaza a los constructores del antiguo (la aristocracia judía). (Intérpretes discrepan acerca de si la “piedra angular” se refiere a la piedra localizada en la esquina de la fundación o la piedra angular de un arco, pero este punto no es crucial para la interpretación del pasaje.)

Mt 21:43. Israel era una “nación santa” (Ex 19:5-6), pero la amenaza de transferir su estado a otros había sido hecho antes (Ex 32:10; Num 14:12). Dios rechazó el rechazo de los constructores (21:42), y podría reemplazarlos (cf. 3:10). El producir fruto (cf. 3:8) significa devolverle al hacendado (Dios), en contraste con los arrendatarios de la parábola (21:33-42).

Mt 21:44. “Caer en” la piedra angular refleja Is 8:14-15 (cf. 28:16); la piedra que cae sobre el ofensor alude a Dan 2:34, 44, dónde el Reino de Dios[6]., que es retratado como una piedra, aplastará a sus desafiadores terrenales. Jesús aquí usa una práctica judía normal de exponer un texto (Mt 21:42) citando otros compartiendo la misma palabra importante o concepto, en este caso, la piedra divina. Un rabí advirtió, “Si una olla se cae en una piedra, pobre olla; si una piedra se cae en una olla, también pobre olla; de una u otra manera, pobre olla!”

Mt 21:45-46. Los líderes sacerdotales eran políticos sutiles que tendrían el cuidado de no actuar públicamente contra los deseos del pueblo; los Fariseos[7], a su vez, eran populares entre la gente pero no lo suficiente como para desafiar la propia popularidad de Jesús. La aristocracia sacerdotal y los Fariseos actuaron de concierto sólo cuando era necesario para conservar a sus gentes contra los sentimientos revolucionarios peligrosos; desafiar a un adversario común como un pretendiente mesiánico[8] encajaría esta categoría.

 

Los otros textos del leccionario

Salmo 80:7‑14. La sonrisa y el ceño fruncido

A lo largo de este Salmo aparece el contraste entre la sonrisa de Dios (3, Haz resplandecer tu rostro) y el ceño fruncido (16, la reprensión de tu rostro) que lo dice todo. Por más desesperada que sea la situación – el enemigo triunfante (6), la ira de Dios (4) y la aparente desaparición de la obra de gracia (8, 12) – el único remedio que se necesita es que sonría, tan poderoso es el favor de Dios y tan desastrosa su desaprobación. El desastre ha caído sobre las tribus del norte, Efraín, Benjamín y Manasés, el antiguo “campamento de Efraín” (Num 2:18), las tribus conectadas con José. Los paralelos con el Sal. 79 (el tema “pastor-rebaño” [1; 79:13], la ira divina prolongada [4; 79:5], adversarios que se burlan [6; 79:4]) sugieren que el lamento de un sobreviviente de la tribu de Judá de la victoria babilónica en el Sal. 79 encuentra aquí una pieza-compañera de un sobreviviente del antiguo reino del norte.

El Salmo se caracteriza por un estribillo que se repite (3, 7, 19) en el cual la urgencia aumenta. Pero aunque la urgencia aumenta, la realidad permanece igual: un cambio en el rostro de Dios tiene un poder transformador. El pedido es únicamente para que haya un cambio en Dios; que su ceño fruncido se convierta en una sonrisa.

Como las ovejas entre los animales domésticos, la vid entre las plantas necesita cuidado persistente. Bajo este tema de providencia paciente, el Salmo muestra la obra de redención, herencia (8, 9) y prosperidad (10).

 

Isaías 5:1‑7. Parábola: la viña de mi amado

Esta es una pequeña obra maestra. 1 Su introducción, una canción de amor (BJ) halaga al oído y despierta la imaginación; la viña, al igual que el jardín amurallado y el vergel del Cantar de los Cantares de Salomón (Cant 4:12–15) seguramente hablará de una novia y su hermosura, guardada celosamente para el novio. 3, 4 Pero los oyentes quedan boquiabiertos por el anticlímax y por pedírseles su opinión, para descubrir que, al igual que David ante Natán (2 Sam 12:1–7) habían estado asintiendo a su propio enjuiciamiento (cf. también Mt 21:40–43). 7 Finalmente, en el lenguaje original se pone énfasis en la acusación valiéndose de una inolvidable última línea, tersa como un epigrama. Su doble juego de palabras desafía toda reproducción, pero en una versión libre diría: “¿Halló rectitud? ¡Solamente tumultos! ¿Halló decencia? ¡Solamente desesperación!”

La parábola trae a su culminación, como nada podría hacerlo, la sinrazón y lo indefendible del pecado; nos hallamos buscando alguna causa que explique el motivo del fracaso de la vid, y no hay ninguna. Solamente los seres humanos pueden ser tan caprichosos.

 

Filipenses 3:4-14

Flp 4-7. Objetivos en la vida anterior de Pablo

Pablo sostiene que podía tener la misma confianza en la carne como la que tenían algunos. Enumera siete cosas que consideraba como ganancia en la vida profundamente religiosa que había vivido antes de encontrarse con Jesús. (i) Fue circuncidado al octavo día después de su nacimiento como lo requería la ley (Gn 17:12). (ii) Nacido del linaje israelita, un miembro del pueblo de Dios. (iii) Podía nombrar su tribu (Benjamín), a la que pertenecía el primer rey de Israel y la que había permanecido fiel cuando las otras no lo fueron. (iv) No era solamente un verdadero judío, sino un hebreo, es decir, alguien que hablaba arameo (cf. Hch 6:1; 22:2; 2 Cor 11:22), hijo de padres hebreos, no como muchos que habían perdido el uso de su lengua nativa. (v) Estricto en la observancia de la ley, Pablo era un fariseo devoto (Hch 23:6; 26:5; cf. Gal 1:14). (vi) Su celo religioso quedó evidenciado en que persiguió a los cristianos (Hch 8:3; 9:1). (vii) Podía decir que en cuanto a lo concerniente a las demandas externas de la ley, la ley mosaica por la que había tratado de vivir, era irreprensible. Esto, sin embargo, era una cuestión de justicia de la ley, de tratar de ser justo ante Dios sobre la base de la obediencia a la ley.

Ahora Pablo consideraba todas aquellas ganancias como una gran pérdida.

Flp 3:8-14. Renuncia a lo antiguo; nuevas expectativas de Pablo

En razón de su encuentro con el Cristo resucitado en el camino a Damasco (Hch 9), y también a causa de que finalmente se dio cuenta de que no estaba tampoco guardando la ley (Rom 7), es que Pablo fue llevado a una “reevaluación radical de valores” (Hawthorne, Phillipians). Pablo consideró todas aquellas cosas sobre las cuales él había descansado antes como pérdida. Decidió que “a nada le concedo valor si lo comparo con el bien supremo de conocer a Cristo Jesús, mi Señor” (DHH). No sólo lo contaba todo como pérdida, sino que las consideraba “inútil basura comparadas con el poder ganar a Cristo” (Phillips). Ahora, su deseo es ser aceptado sobre la base de la justicia que es un don de Dios, ofrecida sobre la simple condición de creer (cf. Rom 3:21–4:25; Gal 2:15–3:29; Ef 2:4–9). Pablo dice: De alguna manera, me encontraré en la resurrección de los muertos. Pretendía... ver si alcanzo aquello... , ese gran propósito por el que Cristo lo alcanzó a él cuando iba camino a Damasco algunos años atrás.

 

Responsable: Ricardo Pietrantonio

Instituto Universitario ISEDET, Buenos Aires, Argentina.



[1] Patrones urbanos; Patrocinador. El superior social en la relación del patrocinador-cliente romano que concedía favores y actuaba como el patrocinador político para sus clientes sociales, o las personas a cargo. Las obligaciones en la relación se veían como recíprocas; los clientes tenían la obligación de conceder a los patrocinadores la honra como sus bienhechores.

[2] Clientes de la clase baja. Una persona socialmente dependiente de un patrocinador en la sociedad romana.

[3] Parábola: los maestros judíos ilustraban sus enseñanzas por lo general con historias breves, similares al uso actual de ilustraciones del sermón (aunque a menudo con menos verosimilitud). Las parábolas de Jesús, como las de otros maestros, querían ilustrar sus puntos gráficamente. Muchos detalles en estas parábolas aparecen para adelantar la línea de la historia. Los intérpretes modernos que leen mucho más de lo debido en los detalles secundarios corren el riesgo de pasar por alto el punto real o los puntos principales de la parábola. La palabra griega “parábola” normalmente significa comparación; la práctica judía detrás del uso de Jesús incluía una gama amplia de significados (enigmas, proverbios, fábulas, etc.).

[4] Rabino: Maestro judío. Algún tiempo después del 70 d.C. el término se volvió técnico para designar a los ordenados en el movimiento rabínico que probablemente consistió principalmente en escribas Farisaicos.

[5] Una designación para una pequeña agrupación de salmos. La palabra viene del verbo hebreo halal, alabar. Desde que muchos de los salmos contienen la frase ¡Alaben al Señor! se ha usado para describir los grupos de los salmos siguientes diversamente: 104–106, 111–118, 120–136, y 146–150. Israel usó los Salmos del Hallel regularmente en tres grandes fiestas: Pascua, Pentecostés, y Tabernáculos. Hallel se llaman Salmos 113–118 el “Hallel egipcio”; en parte, ellos presentan los hechos salvadores de Yahweh del tiempo del Éxodo de Egipto bajo la dirección de Moisés (a quien la paternidad literaria de estos salmos fue atribuida tradicionalmente). Ellos fueron cantados o recitaron a estas fiestas, más tarde la Fiesta de Dedicación (o Luces, la fiesta moderna Janucá), y las Nuevas asambleas de la Luna. Ellos no se usaron en las ocasiones más solemnes del Nuevo Año y el Día de Expiación dónde la confesión y examen de conciencia predominaron. La celebración de Pascua utilizó el Hallel, particularmente los Salmos 113–118. Los peregrinos judíos cantaron estos salmos a Jerusalén para entrar en el templo y en el culto. La contestación popular a Jesús en la entrada en Jerusalén el domingo de Palmas era la bienvenida ritual otorgada a todos los peregrinos. Las familias judías cantaron Salmos 113–114 antes de la comida del Seder y después 115–118 (Ver Mt 26:30). El “Gran Hallel” se identificó exclusivamente con Salmos 120–136, 135–136, o 136. Contiene la alabanza de Israel para los comestibles de Yahweh en el pasado y presente. Junto con Salmos 146–150, se usó en el servicio de la mañana diario de la sinagoga.

[6] Este término significa regla, reino o “autoridad” (no el pueblo o tierra de un rey, como las connotaciones del término en castellano podría implicar). El pueblo bíblico reconocía y creían que Dios gobierna el universo, y así oraban para que llegara el día cuando gobernaría el mundo incontestado por la idolatría y la desobediencia. La venida de este aspecto futuro del reino de Dios era generalmente asociada con el Mesías y la resurrección de los muertos. Porque Jesús vino y vendrá de nuevo, Cristianos creen que el reino se ha inaugurado pero se ha esperado consumación o realización. El “reino de cielo” es otra manera (la manera usual de Mateo) de refrán el “reino de Dios.” El “cielo” era una manera judía normal de decir “Dios” (como en 15:21).

[7] Fariseos: Los fariseos eran un movimiento de varios miles de judíos piadosos que deseaban interpretar la Torá al pie de la letra para llegar a ser puros, por su mucho respeto por la Palabra de Dios. Ellos no tenían el poder político en el tiempo de Jesús pero eran muy respetados y así eran influyentes entre la población más amplia. Enfatizaban su propia versión de las reglas de purezas y esperaban la resurrección de los muertos.

[8] Mesías: El término significa en hebreo “ungido”, equivalente al sentido original del término griego “Cristo”. En el Antiguo Testamento, se ungieron tipos diferentes de personas, y en los textos del Mar Muerto había dos ungidos principales en el tiempo del fin, un rey y un sacerdote. También los descendientes reales de David tomarían el trono de nuevo cuando Dios restableciera su reino para Israel. La mayoría de las personas creían que Dios tendría que intervenir para eliminar el régimen romano de algún modo para que el reino del Mesías pudiera estar seguro.

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Palabras relacionadas

Viña, Labradores, Israel, Fariseos

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