Autor/es: Pablo Ferrer
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Salmo 118:1-2,19-29; Isaías 50:4‑9; Filipenses 2:5‑11; Mateo 21:1‑11
Dr. Pablo Ferrer
Algunas ideas exegéticas
El texto que vamos a tomar para este domingo es el de Filipenses 2:5-11. Para algunos autores este es un himno que Pablo toma de la vida de las comunidades y lo comparte a través de esta carta. Compartimos esta opinión.
Abordaremos el himno comprendiéndolo como una trayectoria de vida. Entendemos entonces que el himno de Filipenses narra un recorrido de una vida y en ese narrar busca destacar algunos elementos que en este estudio tendremos en cuenta.
¿Por qué pensar este himno como historia de vida? Lo abordamos desde este punto de vista teniendo en cuenta que se encuentra en una carta como Filipenses en la que se trabaja el recorrido de vida de Pablo así como el de otros integrantes de la comunidad. Pablo está preso al escribir la carta y desde ahí surge una reflexión tanto en retrospectiva como de mirada al futuro sobre su propia persona. Una historia de vida surge, es elaborada, en momentos particulares en los cuales es sumamente significativo realizar esa tarea. Entonces la historia de vida aparece como un espejo en el cual pueden mirarse tanto quien la realiza como quienes la reciben.
En este último sentido, la prisión de Pablo (por lo menos en una de las cartas que están comprendidas dentro de Filipenses) se transforma en un hito en la vida de Pablo que lo lleva a elaborar una carta donde la historia de vida seguramente servirá para repensar otras historias de vida que posiblemente estuvieran circulando a raíz del mismo hito.
Elementos en una historia de vida
Cuando pensamos en una historia de vida, remarcamos algunos elementos que ayudan a establecer hitos dentro de esa narrativa. Vamos a ir viendo algunos de estos elementos y su relación con el himno de Filipenses.
a. El comienzo del relato
Una historia de vida comienza a partir de un determinado evento que se elige para destacar ese recorrido. Este momento será una especie de "eco" que subyace como fundador de toda la narrativa posterior. Este comienzo puede ser resaltado como inicio ya sea para exaltarlo como origen fundante o bien como un estado perdido o cambiado.
En nuestro caso podemos leer el comienzo de la historia de vida de Jesús, en el himno, ya sea como una memoria de un origen fundando su importancia o bien como un estado que fue dejado, perdido, pero que no desaparece en el desarrollo de la historia de vida. Filipenses 2:6 nos destaca este comienzo:
"...el cual (Jesús) existiendo en forma (morfé) de Dios..."
El comienzo no tiene verbos conjugados sino que al utilizar un participio griego está dando la idea de una presentación y no una narración.
b. Los cambios en el recorrido
Pero rápidamente esa presentación de un estado original es seguida narrativamente por verbos conjugados que introducen al lector en un devenir de eventos.
El primer devenir, que origina los siguientes, está marcado por un verbo en aoristo (un pasado definido, puntual) que menciona una decisión de Cristo de dejar ese estado divino:
“…no consideró algo para aferrarse el ser similar a Dios…” 2:6
Luego la conjunción disyuntiva “pero” establecerá que la decisión se hizo efectiva indicando un nuevo verbo en tiempo aoristo y retomando la palabra morfé, forma:
“..sino (pero) a sí mismo se vació tomando forma de esclavo,
llegando a ser similar a los seres humanos
y encontrándose en similitud a los seres humanos…”
Este es un primer cambio en la historia de vida. Es un cambio decidido, es un cambio que toma un ser con poder como lo es Cristo. Ese ser con poder (forma divina) decide tomar una forma de un ser sin poder (forma de esclavo). En realidad el cambio no es otra cosa que un vaciamiento de una condición divina.
Esta primera decisión en la historia de vida, este primer evento, se subraya como el cambio significativo en la historia de vida.
El segundo cambio también está expresado a través de un verbo en aoristo: se humilló. El verbo tapeino indica una condición no sólo material sino también espiritual. Podríamos traducirlo con una palabra nuestra que sería más acorde: se hizo humilde a sí mismo, 2:8.
Ese cambio lo lleva a Cristo a la obediencia hasta la muerte y una determinada muerte dirá el himno que es la muerte de cruz. Queremos entonces remarcar, una vez más, que el cambio que se produce en la historia de vida es una decisión propia. Es Cristo, en pleno uso del poder que tiene, quien decide hacerse humilde y entrar en la obediencia hasta la muerte.
Aquí tenemos que tener en cuenta que para la designación de las capas sociales del imperio romano era común denominar humilliores a las capas bajas y honestiores a las capas altas. Eran los humillados, los de clase baja, los pobres, los que no tenían honor. De modo que acá podríamos ver que la decisión es de tomar dentro de la humanidad el lugar de los humilliores tanto en lo material como en lo espiritual.
Una de las condiciones que diferenciaba a las capas bajas de las altas, y por la cual unas eran llamadas humilliores y otras honestiores, era la disposición a obedecer en las primeras y la disposición a emitir órdenes en las segundas o altas. De modo que si bien en este caso la obediencia podría leerse en la forma tradicional como una obediencia a Dios, no sería nada extraño pensar en esta frase dirigida a una persona de clase baja: ser obediente hasta la muerte y hasta una muerte que se daba por lo general a los de clase baja, la de cruz.
El último de los cambios que notamos en esta historia de vida se da en el v 9. Hasta aquí los cambios generados en la historia de vida fueron llevados adelante por Cristo, por la persona de la cual se está narrando. Sin embargo la historia de vida finaliza puesto que se produce la muerte de Cristo.
La historia de vida en el v. 9 recibe ahora la acción de un nuevo personaje: Dios. La acción de este personaje actúa sobre Cristo: lo exaltó (hyperypsōsen) y le regaló un nombre. A partir de esta acción entonces la situación de la historia de vida cambia devolviendo el honor (nombre) a quien lo había dejado.
Con esta acción de Dios, en el v. 9, finaliza la historia de vida en cuanto a los cambios que se producen en ella. Estos dos cambios finales sobre Cristo también están en aoristo, como los otros que actuó Cristo.
c. El final del relato
Los dos versículos finales, 10 y 11, ya no tienen verbos aoristos que nos señalen cambios narrativos.
Al igual que en el comienzo de la historia de vida, donde encontramos un participio para señalar un estado y no una acción, aquí encontramos dos subjuntivos expresando la finalidad de la acción de Dios:
“…para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla…” v 10
En el final de la historia de vida, v 11, se expresa una proyección sobre toda esta narrativa y se lo hace con el segundo verbo en subjuntivo:
“…y toda lengua confiese…”
De este modo el personaje de la historia de vida (Jesús) tiene un recorrido que comienza desde un estado altamente positivo, lo deja y finalmente es regresado por Dios a ese primer estado positivo.
d. Las relaciones con otros y otras
Si bien no todas las historias de vida destacan este elemento, creo que es de suma importancia hacerlo puesto que son las relaciones de cooperación o de confrontación las que irán permitiendo o impidiendo desarrollos en el devenir de la historia de vida.
A grandes rasgos podemos notar que las relaciones de Jesús en esta historia de vida pasan de un estado de relación con Dios a una decisión de encontrarse con los humilliores. Queremos señalar también que estas relaciones en la historia de vida pueden abarcar a los esclavos ya que es la forma que toma Jesús. Subrayamos esto último teniendo en cuenta que los humilliores no incluían a los esclavos en la estructura social romana.
Muy posiblemente este tipo de relacionamiento haya sido de igual a igual puesto que la decisión de Jesús es tomar forma de esclavo.
El estado final de Jesús lo muestra en un relacionamiento amplio: toda rodilla en todos los ámbitos conocidos, sobre el cielo, la tierra y debajo de la tierra. De igual modo el relacionamiento amplio se destaca en “toda lengua” considerando que una lengua en este caso representaría una cultura.
Algunas pistas para la predicación
Me parece importante repasar esto de las historias de vida. En primer lugar es de destacar que una historia de vida es algo que no existe por sí misma. Existe como tal al ser narrada. Es en ese momento, el de la narración, en el que se elige determinado hecho o evento para comenzar a relatar, se eligen determinadas acciones para remarcar y otras para no contar.
De este modo la historia de vida no sólo es algo que “sirve” a quien es narrado o narrada, sino también a quien/quiénes comparten esa narración.
Sería bueno poder reflexionar en este caso sobre dos o tres elementos
1. Pensar cómo se arman las historias de vida en nuestra sociedad. ¿Qué elementos se destacan? ¿Qué elementos nunca aparecen? ¿Desde qué punto se comienza la narración? ¿Quiénes son los actores que ayudan o estorban en el desarrollo de una historia de vida según la construcción narrativa de nuestra sociedad? Finalmente poder reconocer dónde y quiénes son los que arman las historias de vida en nuestra sociedad que luego nosotros y nosotras “consumimos”
2. Pensar cómo se arman las historias de vida en nuestra comunidad, parroquia, congregación. Aquí se puede ir contrastando con lo que vimos en el punto anterior. Sería bueno “rescatar” historias de vida de algunas personas en nuestras comunidades que no están en el “centro” de la comunidad sino en periferias.
3. Finalmente tenemos en cuenta que este es el Domingo de Ramos. En este caso sería un buen ejercicio poder pensar que la entrada de Jesús en Jerusalén es un hito en una historia de vida. Podemos también leer esa entrada desde una complejidad de varias actores que podrían haber armado diferentes historias de vida con respecto a ese Jesús que entraba en Jerusalén. Del mismo modo que el himno de Filipenses terminaba con una proyección en relación a los datos tomados de la historia de vida, los que reciben a Jesús en Jerusalén tendrían proyecciones dependiendo de qué hitos utilizaron para armar la historia de vida de ese que entraba en la gran Jerusalén montado en un burrito.
ESTUDIO EXEGÉTICO-HOMILÉTICO 157 – Abril 2014
ISEDET - Instituto Superior Evangélico de Estudios Teológicos
Buenos Aires, Argentina.