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24 de abril de 2009

El sueño de otro mundo posible

Autor/es: Romeu Rubén Martini

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Atardecía. A sabiendas de que no se podría dormir temprano, el conejo resolvió charlar con el tico-tico, que ya se estaba por
dormir (es un pájaro de Brasil se puede elegir algun pájaro regional que ustedes conozcan).

Tico-tico, ¿cómo anda tu vida?

Como siempre.

¿Cómo, como siempre?

El tico-tico se desahogó:

- La vida está difícil, y ando triste. Me paso cuidándome del ataque de la víbora. Si me quiero bañar en el río, me siento como si el elefante mi quisiera ahogar con sus fuertes chorros de agua. Si me hago un nido, el gorrión me lo quita. Cuando huelo el aroma de las flores el picaflor se piensa que le quiero robar su alimento. El león
ronca y grita, se siente el dueño de todo. La jirafa, de tanta arrogancia, no mira a nadie.¿la vida, así, no tiene sentido?.

El conejo le preguntó:

¿Te parece que la vida en el bosque ha sido siempre así?

El Tico-tico le respondió:

Mi abuelita ya contaba de otro mundo entre los animales del bosque.

¿Otro mundo?, le preguntó el conejo.
¿Cuándo? ¿Adonde?. Mirá, sabés como son los cuentos de las abuelas. La verdad es que la
vida está difícil,y si me dejás, me voy a dormir.

¡¡¡Y el tico-tico se durmió y soñó!!!

Soñó que estaba sentado arriba del árbol, cuando oyó que la jirafa gemía. Resulta que, descuidada, al sacarle hojas a un árbol espinoso se había clavado una espina en la frente. Y entonces, el tico-tico fue volando a contarle al conejo lo que había visto. Después de escucharlo, el conejo le dijo:

Es difícil ayudarla a la jirafa, ¡es tan alta y orgullosa!.... Pero el tico-tico propuso:

Vení, por lo menos para oirla gemir.

Cuando los vieron al conejo al tico-tico, moverse para -por lo menos- oirla a la jirafa en su gemido, los otros animales del bosque corrieron con ellos preguntándose:

¿Qué podemos hacer?

Sentadita en un arbusto cercano, a la paloma se le ocurrió: Si la jirafa baja su cabeza, el conejo le podrá sacar la espina de su frente. Pero, ¿les parece que la jirafa bajará su cabeza? Ella que
siempre anda tan altiva! Seguro que ni sabe cómo bajar la cabeza.

Jirafa, le dijo el tico-tico, acostate en el piso, ¡veni!.

Desconfiada, la jirafa se acostó. Con cuidado, el conejo le arrancó la espina de su frente. El canguro le aconsejó:

Jirafa, quedate acostadita un poquito más, descansa.

Mientras descansaba, la jirafa se puso a pensar:

¡Qué interesante!
Yo nunca me había dado cuenta de lo lindas que son la plumas de la paloma. Nunca me había dado cuenta de las ágiles manos del conejo.

¿Y el elefante? Ay, si se nos hubiera ocurrido, hace dos meses pedirle
ayuda a los elefantes para apagar el incendio que destruyó el bosque
donde vivía mi tío.

¿Y el tico-tico? Siempre me pareció pesado, jorobón, pero si él no hubiese volado para llamar al conejo, ¿que hubiera sido de mi? Ay, ¡¡¡qué diferente puede ser la vida!!!

Con el grito matutino del león, el tico-tico se despertó del sueño.
Por supuesto que enseguida se acordó:

¿Qué me preguntó el conejo anoche antes de dormirme? ¿Cómo era? ¿Será que otro mundo es posible?

Jesús nos dijo: Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande...será vuestro servidor. (Mc 10.43).

Adapt. de Romeu Martini
Trad.. Inés Simeone
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conejo, ticotico, jirafa, vida, es

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