24 de abril de 2009
El saludo de la paz
Autor/es: Romeu Ruben Martín
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El pueblo hebreo sellaba los reencuentros marcándolos con un
abrazo y
un beso (Gen. 29:11,13). Jesús conocía este práctica y el
mismo la
puntualizó, en especial con referencias a la comunidad (Lucas
7:45).
Cuando Pablo llegaba al final de sus cartas, estimulaba a la
comunidad a saludarse con un "beso santo" (1ª Cor.
16:20).
Las primeras iglesias cristianas incorporaron esta práctica en su
culto, esto se ve en forma muy especial en la celebración del
Culto
de Santa Cena, y señalaban la reconciliación comunitaria.
Uno de los fundamentos teológicos de este gesto es el Bautismo.
Las
comunidades cristianas celebraban la reconciliación comunitaria
como
consecuencia de éste sacramento. La persona que confesaba y
reconocía
sus pecados era bautizada en el nombre de Dios trino, para la
remisión de los pecados (Hechos 2:38)
El segundo fundamento es la promesa de Jesús: "Les dejo mi
paz, les
doy mi paz" (Juan 14:27). Los cristianos entendían que la
Cena del
Señor concede la paz. Es la paz por medio de la cual Dios
reconcilia
al mundo consigo mismo y posibilita que sus hijas e hijos se
reconcilien entre si. Es la paz que sensibiliza los corazones, que
modifica actitudes y que supera conflictos, que aniquila la fuerza
del pecado.
Podemos encontrar textos bíblicos que hacen referencia a la
reconciliación comunitaria en torno al gesto de la paz. Según
Mateo
5:23-24, quien quiera depositar su ofrenda en el altar (es una
referencia a la celebración de la Cena) debía primero tratar de
ofrecer o de aceptar el perdón en relación con el prójimo.
Para
Santiago, el encuentro de la comunidad implicaba la confesión y el
reconocimiento mutuo de pecado, en oración y con el beso de la paz
(Santiago 5:16).
Hay otros documentos que tienen información valiosa sobre el gesto
de
la paz. La Didajé (un documento escrito alrededor del año 100)
es un
catecismo de las primeras comunidades cristianas, y allí
dice: "Reúnanse el día del Señor para partir el pan y
agradecer,
después de haber confesado sus pecados...aquellos que estén mal
con
sus compañeros, no podrán juntarse antes de la
reconciliación" (XVI,1-
2). Justino (filósofo convertido al cristianismo en el año 165)
se
refiere a los cristianos que reunidos en culto compartían el
saludo
de la paz antes de iniciar la liturgia de la Santa Cena. En tiempo de
Hipólito (obispo de la iglesia, año 215) el "beso
santo" seguía
estando en ese mismo lugar del culto.
En el culto cristiano de los primeros cuatro siglos, los fieles
confesaban en voz alta sus pecados: hechos y palabras que quebraban
la relación con Dios y con el prójimo. Esta confesión
tenía lugar
delante de Dios y el prójimo. No se trataba de una confesión
individual, a escondida de la comunidad, solo ante el obispo y Dios.
La confesión de pecados a Dios era al mismo tiempo, reconocimiento
público e implicaba el pedido de perdón de la hermana o del
hermano,
y el gesto de paz era la señal de la reconciliación. Teodoro de
Mopsuestia (siglo IV) resumió lo que significaba, para todos los
cristianos, esta parte de la liturgia de reconciliación:
"Nos damos unos a otros el beso de la paz, porque en este acto está
contenida la confesión de que todos, como integrantes del mismo
cuerpo de nuestro Señor Jesucristo, nos amamos mutuamente con un amor
armonioso que existe entre los miembros de una misma familia".
Tomado de la Revista TEAR-Liturgia em Revista, Abril 2001
Traducción libre por Roberto H. Jordan
Palabras relacionadas
paz, es, dios, confesión, reconciliación