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24 de abril de 2009

El Dios en el que creo

Autor/es: José Caravias SJ.

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1. Creo en un Dios siempre enteramente bueno ("ore taita juky ete asy"), que nos quiere a todos por igual y que tiene hermosos proyectos para con todos sus hijos.
No creo en el "dios araña", en vigilante espera para atraparnos, de frente fruncida, que nos castiga para probarnos y reparte felicidad y desgracia a su antojo

2. Creo en el Dios que está presente y activo en todo lugar donde se busca y se realiza justicia, verdad, libertad y amor.
No creo, en cambio, en dioses que favorecen y blanquean injusticias, mentiras, esclavitudes y odios. No creo en el dios del dinero acumulado y del poder opresor.

3. Creo en el Dios que siempre respeta la dignidad y la libertad humana. Ofrece sus dones a todos, pero a nadie se los impone. Y ha puesto la marcha de la historia en nuestras manos.
Pero no creo en dioses cuadriculados, que lo tienen todo fijamente predeterminado, enemigos de la libertad; o en dioses boticarios, que con "recetas milagreras" resuelven los problemas y evitan así a
sus clientes el compromiso responsable de construir comunitariamente un mundo justo.

4. Creo en el Dios que ha creado un universo maravilloso, capaz de desarrollarse autónoma y evolutivamente, según las propias leyes que él mismo le dio al ponerlo en marcha.
No creo en esos dioses que tienen que estar dando permiso cada momento para que llueva o no llueva, para que alguien se enferme o se
cure, para que un terremoto destruya esta casa y salve a la otra.

5. Creo en el Dios que es misterio, al que se va conociendo poco a poco, cada vez más de cerca, pero al que nunca podremos comprender del todo.
No creo en el dios de los orgullosos que presumen de conocer todo lo divino.

6. Creo en el Dios que es enteramente libre, del que nadie se puede apropiar, ni se deja manejar por ningún "devoto".
No creo en esos diosecillos que tienen dueños, y a los que se les puede encasillar en ideologías, "guetos" o santuarios.

7. Creo en el Dios que históricamente se encarnó en Jesús, a través de María, haciéndose así en todo semejante a nosotros, sus hermanos, para que podamos acercarnos a él con toda confianza.
No creo en ningún tipo de dios que sea insensible a nuestros sufrimientos o a nuestras alegrías. Ni en dioses racistas o
machistas.

8. Creo que Jesús es la imagen viva del amor de Dios para con todos, pero especialmente para con los despreciados y empobrecidos.
Pero no creo en ninguna imagen de Dios que justifique falta de compromiso para con los pobres.

9. Creo que Jesús es plenamente Dios y plenamente hombre.
No creo en un Jesús al que se le quite algo de humano o algo de divino.

10. Creo que Jesús no sólo perdona nuestros pecados, sino que además nos posibilita crecer en humanidad fraterna y acercarnos cada vez más al Padre; nos convierte en hijos legítimos de Dios, constructores
y herederos de su Reino. Él es Señor del Universo y hacia él corre la Historia.
No creo en un Jesús al que no le importe la política, el hambre del pueblo, la hipocresía de los grandes o el acaparamiento de los poderosos.

11. Creo que Jesús, hermano universal, está presente en todo ser humano, pero especialmente en los que sufren desprecio,
marginación o cualquier tipo de miseria. Cuanto más y mejor ayudamos a los hermanos
a crecer, más cerca estamos de Jesús y su Reino.
No creo en esas imágenes de un Jesús dulzón y afeminado, lujosamente ataviado, al que se le compra ayuda con "devociones".

12. Creo en la fuerza del Resucitado, que es capaz de realizar en nosotros maravillas insospechadas.
No creo en ese Jesusito al que se acude sólo para satisfacer pequeños egoísmos.

13. Creo en el Espíritu Santo como sabiduría, ánimo y consuelo, fuerza creadora y transformadora del amor del Padre y del Hijo.
No creo en ese espíritu que usan algunos para buscar milagrerismos y evitarse así compromisos en serio.

14. Creo que Dios es familia y es comunidad, amor complementario de tres, en perfecta comunión recíproca.
El Dios Trino de Jesús está del lado de la unión y no de la exclusión; del consenso, en lugar de la imposición; de la participación y no de la dictadura.

15. Creo en las Iglesias donde se vive y se celebra el perdón y la fraternidad de Jesús.
No creo en ningún tipo de iglesia fanática, despreciadora de las demás, que se cree la única portadora de la verdad.

16. Creo en los sacramentos como signos visibles de la presencia consoladora y transformadora de Jesús.
No creo en los sacramentos que se convierten en drogas tranquilizantes o en ocasión de fiestas de lujo.

17. Creo en las inmensas posibilidades de desarrollo de todo ser humano; creo en las capacidades de la inteligencia y el amor; creo en la creatividad del pueblo consciente y organizado; creo en el proceso de dignificación de la mujer; creo en la presencia de Dios en la cultura, en la belleza, en el arte, en la expansión del
universo.
Creo que todo ello es imagen creciente de las maravillas de Dios.
No creo en ningún tipo de dios enemigo del desarrollo.

18. Creo en la amistad; amistades complementarias, multiplicadoras, fieles, sacrificadas y sinceras. Creo que en la amistad vive Dios.
No creo en ningún tipo de espiritualidad que desconfíe de las "amistades particulares" o fomente "educadas" hipocresías ante
los demás.

19. Creo que Dios está presente en lo más íntimo de toda pareja enamorada, en el corazón de los padres, en la solidaridad de los amigos.
No creo en ningún dios celoso del amor humano.

20. Creo en la sexualidad humana, don de Dios, como expresión de su amor y su fecundidad.
No creo en un dios fiscalizador, enojado con todo lo que sea sexo.

21. Creo que la creación es un desbordamiento de vida y de comunión
de las tres divinas personas, que invitan a todas sus criaturas a entrar en el juego simultáneo de la diversidad y la
complementariedad.
No creo en un dios fixista, que exige que todo sea siempre igual.

22. Creo que la muerte no es sino el paso a la plenitud de la vida, en la que, como regalo de Dios, desarrollaremos todas nuestras potencialidades.

23. Creo en el triunfo definitivo de Dios en cada uno de nosotros, en la sociedad, en la historia y en todo el universo.

24. Espero un cielo nuevo y una tierra nueva, un mundo en el que reinará la justicia. Viviremos como una sola familia, los minerales, los vegetales, los animales y los seres humanos, todos en íntima
unión con la familia divina.

José Caravias SJ., de su libro "Orar la Biblia"
(tomado de la Biblioteca electrónica de Servicios Koinonia)
Aporte del Centro Cultural y Ecuménico Cura Brochero

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