24 de abril de 2009
El cuidado en los gestos
Autor/es: James F. White
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La Cena del Señor es básicamente acción complementada por palabras.
¿Cuánto cuidado debiéramos tener para que las acciones hablen por sí?
Un excelente experimento, sólo a título de aprendizaje, es celebrar la eucaristía en silencio, obligando a que los actos, los
vasos litúrgicos, elementos, ambiente, vestimentas y todos los otros medios disponibles de comunicación, excepto los audibles, hablen por sí mismos.
(...) ¿Será que al tomar o preparar los elementos (lo que hacemos, nuestros movimientos) nos remiten al hecho de que lo que seguirá es una comida? y que la mesa del altar y los elementos deben estar listos para compartir? ¿Será que usamos las manos, así como nuestra voz, para expresar que estamos dando gracias a Dios por esos elementos? ¿Será que la forma de partir el pan es señal clara de unidad de aquel "pan único que es partido en favor de muchos"? ¿Será que es revelador el toque de manos que hacemos cuando damos el pan en la mano de cada receptor? Todos estos actos exigen mucha atención, de modo que su valor como señal, sea expresado (manifiesto) y no oculto.
Una buena comunicación requiere una preparación hecha con sensibilidad.
Dios opera por medio del oficiante y las personas, pero el oficiante tiene la responsabilidad de hacer que la comunicación sea lo más clara posible. Nunca predicaríamos un sermón murmurando, de la misma manera no debiéramos economizar gestos al realizar la eucaristía.
Estos actos/señales no son decoración. Son una parte vital del ministerio al conducir a las personas a la comunión con Dios. En la
Mesa del Señor entendemos cuan completamente Dios conoce y ama a las personas como seres humanos plenos. La gloria y la majestad de Dios se acomodan a nuestra humilde capacidad humana de comunicar. Siendo así, lo que hacemos con nuestras manos, cuerpos y voces al conducir la eucaristía, es un ministerio vital que exige sensibilidad pues ayuda a la forma como los seres humanos se relacionan y se comunican con Dios. Así como hay un lenguaje vocal, hay también un lenguaje corporal y precisamos aprender a usar ambos lenguajes con elocuencia.
El pan y el vino en sí, también son una parte importante de la acción. Se dice que cuesta más hacer que los niños católicos crean
que las hostias de la comunión son pan, que hacerles creer que el pan se convierte en cuerpo de Cristo. Es que los niños han visto el pan de verdad. La utilización de alimento común está en el centro de la eucaristía. Cristo no eligió néctar y ambrosia, el alimento de los dioses, sino pan y vino, alimento de los humanos. La señal no
debe ser una falsificación. Buena parte del valor como señal se pierde cuando el pan pasa a ser un bizcocho con gusto a papel, alguna
masa con cara de plástico y sabor artificial, o cualquier otra cosa que no tenga la apariencia, gusto y forma de pan. De igual manera ocurre con el vino. El pan necesita ser pan que se pueda partir con facilidad, ni muy fresco ni muy duro. El acto de partirlo puede ser una de los momentos más significativas del culto, si se hace con
cuidado. El acto de dar también es importante. Dar un regalo puede
ser un verdadero arte (no lo damos de cualquier manera) dar pan y vino no escapa de esta regla.
Tomado de "Introducción al Culto Cristiano"
de James F. White.
Palabras relacionadas
pan, es, dios, ser, señal