¿Qué tendrá la oscuridad que me provoca contradicciones profundas, por una parte me llama a la quietud, al tiempo de reposo y de análisis del trabajo del día; pero por otra me genera silencios, procesos críticos, temores no abordados, sombras movedizas, rutas inseguras…
¿Qué tendrá la noche?
DE LA OSCURIDAD A LA LUZ...
Desde niño, instintivamente la noche me provocaba algo de temor,
más bien la oscuridad, esa sensación de no saber
si tras una puerta cerrada me esperaba una mano oculta...
cosas de niños, me dirás... No lo creas,
aún la oscuridad me impacienta, me provoca inestabilidad,
me vuelve débil, temeroso, pequeño, perdido en la montaña.
La oscuridad tiene algo de monstruo, nos encierra en sus rejas negras,
no nos deja salir, nos aprisiona, nos separa de las fuentes de vida.
¿No ves oscuridad en esos ojos que te miran ocultando algo,
bajando y negando la mirada, alejando los afectos?
¿No ves oscuridad en el empresario que ganó mucho dinero con sus empleados
y que cuando llegaron las vacas flacas los mandó a la oscuridad de la cesantía?
Uf, la oscuridad, ¿no tiene algo de infierno?
Será por eso que los discípulos al caminar contigo un buen trecho
y darse cuenta que eras, el que era, te pidieron que te quedaras con ellos
"porque ya ha llegado la noche" y es hora entrar y celebrar.
En verdad tu mismo nos dijiste que somos hombres y mujeres de luz,
somos hijos de la luz, de la energía y transparencia,
de los sueños altos y limpios, del caminar enganchado de la seguridad
que me entrega tu mano y tu presencia siempre de vida.
Tu eres Señor de la Luz y armonía, hermano que mira a los ojos,
hoguera que arde en nuestros corazones, luz que enciende mi pobre luz...
Winston H. Elphick D.
Profesor chileno
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