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Mensaje de Adriano Fratini, en el marco de su Iglsia en Uruguay
Una cuaresma de silencio para dejar secar el barro
Hace poco una hermana muy sabia me hizo llegar un mail que comparaba la rabia, el miedo, y los sentimientos negativos que nos desarmonizan con el barro en una prenda de vestir. Para sacar el barro de la misma, la mejor manera es dejar que el barro seque para así, poder rasparlo y sacarlo en profundidad antes de lavarlo. Y pensé inmediatamente en Aarón, el hermano de Moisés cuando al morir sus hijos por ofrecer un fuego extraño calló (Lev. 10:1-3), no dijo nada. Aarón que siempre había sido el adalid del pueblo, la voz de este ante Moisés, que comunicaba y bregaba por las necesidades del mismo, esta vez, ante un gran dolor, una tragedia y unas palabras de su propio hermano nada consoladoras se mantuvo en silencio.
¿Por qué se mantuvo en silencio Aarón ante el dolor de tan lamentable pérdida? ¿Era insensible? ¿Por qué no le contestó a Moisés que dijo palabras tan hirientes? preguntó una vez un rabino. Hay varias respuestas que dieron sus discípulos judíos. Sin embargo, pienso que dejó “secar el barro”. Dice un proverbio que “el mundo se salva porque hay personas que cuando son insultadas callan” y Jesús dijo “cuando te golpean en una mejilla pon también la otra”. La exégesis tiene muchas explicaciones que revelan nuevas perspectivas para estas palabras, aunque el mensaje original de perdonar, de no perder el temple es innegable.
Que en esta Cuaresma del año 2011, todos los cristianos podamos recuperar el sentido del silencio, de la reflexión profunda, del encuentro con nosotros mismos, resignificar nuestros dolores, deconstruír nuestros temores y elaborar nuestras aspiraciones. Particularmente los metodistas estamos elaborando profundos dolores, pérdidas, quebrantos de salud, liviandad en los compromisos, temores al futuro y comunidades empobrecidas. Quizá Dios nos está invitando hoy a mantener el silencio y revisarnos profundamente, atendiendo a lo que hicimos bien y lo que debe ser ajustado. A consultar en oración y poner en las manos del Señor Pastor todo esto, para que nos de la luz y la capacidad para transformarnos y resucitar en Pascua con nuevas fuerzas, con esperanzas creativas y con bríos de vida, energía divina.
La historia de Aarón sigue en el pasaje y nos cuenta que en adelante los sacerdotes no beberían vino ni sidra antes de presidir el culto, dando a entender que los jóvenes hijos de Aarón habían bebido antes y por eso sucedió el accidente. En el silencio todos encontraron una solución para que lo que sucedió una vez, no se repitiera y nunca más supimos de algo así en la historia del Antiguo Testamento. Que en el silencio como en el de Aarón encontremos la lucidez para seguir siempre adelante con amor y responsabilidad. Un abrazo fraterno.
Adriano Frattini