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- Confesión de pecados
“Entonces todos los discípulos, dejándolo, huyeron” Marcos 14:50
Señor, perdónanos el sueño;
que es indiferencia, comodidad, falta de compromiso firme con tu palabra,
con el llamado que nos haces a ser tus testigos del amor en medio del odio y el egoísmo.
Señor, perdónanos la traición.
Aunque no te hemos vendido por 30 monedas,
nuestro amor al dinero y nuestro culto al consumo nos alejan de ti y del prójimo,
y nos muestran siempre insaciables, siempre insatisfechos.
Señor, perdónanos el negarte.
Quizás no como lo hizo Pedro, pero te negamos cuando por vergüenza o temor
no te anunciamos con decisión y convicción como el Dios de amor que eres.
Señor, perdónanos la lavada de manos;
la borrada, cuando no reaccionamos ante lo que se opone a tí y tu plan de vida,
cuando no te defendemos de los perversos ataques que los poderosos de hoy te hacen,
sobre todo en los más débiles.
Señor, perdónanos porque dejándote solo, huímos hoy también: de nuestra responsabilidad por guardar la unidad de tu pueblo, por no reconocernos hermanos y descalificarnos mutuamente. Perdónanos por no testificar juntos de tu amor, por las veces que no somos sal y luz en esta nación que necesita de vos: A doscientos años de su existencia te pedimos: perdona y transforma nuestra nación.
Señor, gracias porque también nos alcanza tu ruego:
"Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen". Amén.
Tomada de la propuesta litúrgica para el Bicentenario de la Revolución de Mayo en Argentina, elaborada por y para jóvenes.
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