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24 de abril de 2009

Con cánticos, Señor

Autor/es: Karin Schnell

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Congregación canta: Cántico Nuevo Himno 18:1

Con cánticos, Señor, mi corazón y voz
te adoran con fervor, ¡oh, trino, santo Dios!
En tu mansión yo te veré, y paz eterna gozaré

Guía:

Nuestros cantos te alaban, amado Padre,
pero acepta también como alabanza nuestro silencio y cuando no encontramos palabras.
Con alegría saludamos este nuevo día en tu casa, pero acepta también como gesto de gratitud el que surge de un corazón triste.
Todo el universo está lleno de tus maravillas. Infinitas formas, colores, perfumes, sonidos y sabores dan testimonio de tu creatividad y de tu amor. Te damos
gracias por todo ello.
Pero acéptanos también, cuando llegamos a tu presencia sin poder levantar nuestra mirada más allá de nuestros pies.
No nos has pedido la alabanza de corazones felices, sino de almas agradecidas.
Aquí estamos, gracias por recibirnos así como venimos y con lo que te traemos.

Congregación canta: Himno 18:2

Tu mano paternal trazó mi senda aquí
mis pasos, cada cual, velados son por ti.
En tu mansión yo te veré, y paz eterna gozaré

Guía:

Tu mano paternal, Señor, dispone todo para bien.
Acepta nuestra alabanza aún cuando tiene forma de queja o lamento.
Te damos gracias porque aunque no conocemos el sentido, te conocemos a ti, que sí lo sabes.
Te damos gracias porque tu mano paternal nos cuidó y protegió junto con nuestros seres queridos a lo largo de esta semana.
En algunos momentos la reconocimos, en otros pasó desapercibida.
Nos preguntamos cuántas veces habrás torcido
la mala intención de otros para con nosotros
cuántas veces habrás evitado un daño para cuerpo y alma.
Tu mano paternal, Señor, te damos gracias por ella.

Congregación canta: Himno 18:3

Innumerables son los bienes, y sin par,
que por tu compasión recibo sin cesar.
En tu mansión yo te veré, y paz eterna gozaré

Guía:

Innumerables son tus regalos: El pan de cada día, buenos amigos, la salud y la educación, el agua y el sol, la risa de los niños y el brillo en los ojos de los enamorados.
La dedicación de las madres y los padres hacia los hijos, y el cuidado de los hijos hacia sus padres ancianos y frágiles.
Los médicos y todos los que cuidan de los enfermos, las mentes que investigan y descubren nuevos medicamentos para los males del cuerpo y el alma.
Las manos y las mentes que cuidan del medio ambiente, para que generaciones futuras puedan alegrarse de tu creación.
¡Innumerables son tus regalos!

Congregación canta: Himno 18:4

Tú eres, ¡oh, Señor! mi sumo todo bien
por eso aclamaré tu nombre por doquier.
En tu mansión yo te veré, y paz eterna gozaré

Guía:

Que así sea, amado Padre.
Que tú seas nuestro sumo bien:
Nuestro consejero en la prosperidad
nuestra alegría en la búsqueda del bien
nuestra luz en la oscuridad, nuestro hogar en el frío,
nuestro norte en la desorientación
nuestra salud en la enfermedad,
nuestra vida en la muerte. Amén.

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