Autor/es: Pablo S. Waszuk
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La situación económica no es la mejor.
El desempleo llega a límites records y esto hace que multitudes se muevan de un lugar a otro buscando cualquier tipo de trabajo para poder sacar algún pesito.
Las deudas obligan a vender pertenencias queridas o propiedades familiares
para cancelarlas y muchas veces sólo alcanza para disminuir los intereses generados.
Los impuestos se multiplican, y lo recaudado se va fuera de la región hacia los grandes centros económicos.
En lo político, gobiernos con poca autonomía, generalmente mandatados por
voluntades globales que buscan su propio mejor bien.
Una tranquilidad o una paz de mentira, basándose en la ley del más fuerte, y
quién no está a su favor está en contra.
La sociedad se fragmenta, se separa cada vez más entre quienes tienen y los que no tienen...
Así era la realidad en Israel en aquella primera Navidad, y algo distinto pasó en los montes en torno a Belén.
Un chisme pasa de boca en boca, un mensajero de Dios, un ángel, anuncia a los distintos grupos de pastores vigilando los rebaños de la zona: "Buenas noticias, ya nació el Salvador".
"Es de no creer", deben haber contestado porque el mensajero agrega: "...
pueden verlo en el establo, en el pesebre, junto a sus padres y envuelto en pañales".
Explota la alegría y un griterío general se escucha "Gloria a Dios en las alturas y al fin en la tierra Paz".
"No nos podemos quedar así nomás... ", dijo uno y otro habrá dicho "... hay
que ir a ver esto..."
Los desconfiados o tal vez los más confiados parten en busca de estos acontecimientos extraños, y luego de andar descubren, a través de los ojos del sufrimiento y la esperanza, a un niñito recién nacido y en él el cumplimiento de la promesa largo tiempo repetida de una época mejor.
Ese bebé creció, se hizo joven y luego adulto.
Brindó un ejemplo de vida comprometida y de entrega, y nos marcó el camino para el encuentro con uno mismo, con el que está al lado nuestro y con Dios.
El anuncio del ángel de un nuevo tiempo hoy se sigue escuchando, la promesa de una época mejor, del "Reino de Dios", ya está germinando.
¿Qué tal si nos animamos y nos acercamos y comprobamos por nosotros mismos este anuncio?
La invitación está hecha, sólo basta aceptarla.
