Autor/es: Ángel Furlan
Visto: 3630 veces
Domingo 26 del tiempo ordinario
Décimo noveno después de pentecostés (propio 21)
25 de septiembre de 2016
San Lucas 16:19-31
Luego de las enseñanzas de Jesús sobre el tema del dinero[1] con el desafío de construir juntos un mundo nuevo sin ganadores y perdedores, los fariseos dejan la contradicción y la controversia y pasan a la burla[2]. Para ellos la única enseñanza válida es que “poderoso caballero es don dinero”[3] y la vida consiste en tratar de conseguir el mayor provecho posible aún a costa de la vida y la sangre de su prójimo. Como decía el profeta Amós, para ellos es normal aumentar los precios, cambiar las medidas y aún vender la basura, para ellos la vida de un ser humano no tiene un valor mayor que el de un par de sandalias[4]. Para este tipo de gente, hablar de un mundo sin primeros ni últimos, sin ganadores ni perdedores, es simplemente una locura.
Lejos de amedrentarse frente a la burla de los maestros religiosos, sostenedores teológicos del sistema, Jesús los enfrenta y les dice que a pesar que pueden aparentar ser personas respetables, Dios conoce sus corazones y que lo que es estimable a los ojos de los seres humanos puede, sin embargo, resultar despreciable para Dios[5], como lo es sin duda cualquier sistema religioso que sirva de apoyo teológico al sistema.
Es así como como en el verso 19 llegamos a la parábola que se conoce como “del rico y Lázaro”. Una parábola que nos viene a decir clara y crudamente que en el Reino no hay lugar para la injusticia de la riqueza. La parábola resalta la injusticia de la riqueza, ya que es por esta últimapor dónde se debe comenzar para terminar para siempre con la injusticia y verdadera blasfemia[6] de la pobreza.
Según las últimas cifras proporcionadas por el Banco Mundial en el mundo hay aproximadamente mil millones (1.000.000.000) de personas que viven en situación de pobreza extrema, es decir, que no llegan a disponer ni siquiera de dos dólares estadounidenses por día. Al mismo tiempo hay hombres que pagan cuarenta mil dólares (U$S 40.000,00) o más por un traje exclusivo de las famosas sastrerías Brioni o Enzo D’orsi[7]. Existen 385 familias o personas en el mundo que, juntas, poseen más dinero que los 2.500 millones de personas más pobres del mundo en su conjunto, o sea, queacumulan una riqueza equivalente a lo que posee el 40% de la población mundial. En los Estados Unidos, paradigma del modelo neoliberal, el 1% de la población posee más del 40% de toda la riqueza nacional, y esa desigualdad continúa creciendo sin importar el signo del gobierno de turno.
El gran problema del mundo no es la pobreza sino la riqueza acumulada y retenida por unos pocos. La solución, por ende, no está en combatir la pobreza, sino en impedir la acumulación de la riqueza y lograr su justa distribución (redistribución), esto debería comenzar por combatir la usura y el lucro obsceno del sistema financiero y la banca internacional que ponen al ser humano al servicio del dinero[8] en lugar de poner el dinero al servicio del ser humano. Esa debería haber sido la primera de las metas del milenio ya que de otra manera no se alcanzarán nunca los que serían verdaderos y aceptables objetivos[9].
Volvemos a citar al profeta Amós cuyas palabras parecerían haber sido escritas hoy: “Ay de los que se sienten seguros en Sión y de los que viven confiados en la montaña de Samaria, esos notables de la primera de las naciones, a los que acude la casa de Israel! Acostados en lechos de marfil y apoltronados en sus divanes, comen los corderos del rebaño y los terneros sacados del establo. Improvisan al son del arpa, y como David, inventan instrumentos musicales; beben el vino en grandes copas y se ungen con los mejores aceites, pero no se afligen por la ruina de José. Por eso, ahora irán al cautiverio al frente de los deportados, y se terminará la orgía de los libertinos”[10].
El centro de la parábola está en el rico y sus hermanos. El personaje central no es Lázaro, si la miramos de esta manera correríamos el riesgo de entender que los pobres tienen que sufrir con paciencia y esperanza como hizo Lázaro para esperar el cielo.El centro de la parábola no es tampoco la retribución futura. En el relato Jesús está usando el mismo lenguaje y concepto religioso de su época, usa la idea judía de la inversión en el mundo venidero y también la mitología reinante en cuanto al más allá, pero por supuesto el tema central no es la retribución futura sino la crítica radical a un estilo de vida y sociedad.
El centro está en el rico que no quiere ver la pobreza, porque si bien los pobres son necesarios al sistema, no son agradables a su vista. El rico usa trozos de pan como servilletas, de ahí el deseo de Lázaro de alimentarse con las migas que caen de la mesa. Tira comida y se viste con lujo insultante. El abismo entre el rico y Lázaro no es un asunto que tiene que ver con el más allá, es una brecha construida por el rico en este mundo donde, a diferencia de Lázaro[11], queda alienado de la presencia de Dios por su alienación del prójimo. Usó su riqueza como un insulto, en forma insensata y descaradamente obscena. De las muchas acciones obscenas que pueden cometerse esta es una de las peores, pero ninguno de los de su clase se escandaliza ya que no ofende nada de lo que, dentro de la hipocresía criminal del sistema, es considerado como parte de su “moral y buenas costumbres”.
La riqueza a la que alude la parábola es fruto de la injusticia que oprime al pobre y lo priva de su misma vida. El rico representa a los que utilizan el sistema del anti-Dios y anti-Cristo para enriquecerse a costa del hambre y la muerte de millones de seres humanos cuya sangre clama a Dios como clamaba la sangre de Abel[12].
En el diálogo sobre los hermanos que todavía viven Jesús muestra la necesidad de oír, creer y poner por obra la Palabra de Dios. El rico afirma que la solución está en un milagro, que es necesario que Dios intervenga – una manera de hacer a Dios responsable – pero la solución para eliminar el abismo que separa al rico de Lázaro, ya aquí y ahora, no está en un milagro venido del cielo sino en la conversión de corazón que conduce a un cambio radical de las relaciones en este mundo.
La parábola no tiene que ver con el “felices lo pobres”, sino más bien con la contracara, con el “ay de ustedes los ricos”, de la bienaventuranzas. Es la versión gráfica de los tres ayes pronunciados en el sermón del monte según la versión de Lucas: ¡ay de ustedes los ricos!, ¡ay de ustedes, los que ahora están satisfechos! y ¡ay de ustedes los que ahora ríen![13]
La parábola constituye una crítica radical que implica también un imperativo radical respecto a nosotros: tu prójimo es un ser humano igual que tú, ámalo como lo que es[14](absolutamente igual en dignidad y derechos).También es un llamado a salir del quietismo y resignación de pensar que debemos aceptar el mundo tal cual es. Nuestra manera cristiana de vivir en relación con los bienes materiales y la ayuda que ofrezcamos al que está en necesidad es solo una parte, un lado de la cuestión. Por supuesto que es parte de la diaconía cristiana ayudar al que sufre bajo la opresión del sistema injusto. Pero la diaconía no concluye ni se completa allí. No podemos quedar quietos frente a la injusticia, la pobreza, el hambre y la exclusión en la que viven millones de millones de seres humanos. Es necesario que, como cristianos y como iglesia, entendamos que la diaconía es también denuncia profética y acción política comprometida, una palabra profética y una acción que se atreve a enfrentar los poderes de este mundo y su sistema ilegítimo diciendo, como San Juan Bautista al rey Herodes, “no te es lícito”[15].
En este sentido, Dietrich Bonhoeffer hablaba de nuestra responsabilidad cristiana en tres áreas definidas: 1) el cuestionamiento del estado o del sistema en cuanto al “carácter legítimo de su actuar”, vale decir que el estado y el sistema son responsables de sus actos y se les puede y debe enfrentar cuando es necesario para bien del pueblo; 2) el servicio de misericordia hacia las víctimas; 3) y, finalmente, no solo asistir a las víctimas bajo la rueda, sino “parar la rueda tratando de bloquear sus radios”.[16]
El Evangelio está llamándonos al rechazo de un sistema. Al rechazo del sistema de ganadores y perdedores, de primeros y últimos. A cambiar nuestro modo de pensar en un verdadero “nuevo nacimiento”[17], a no aceptar lo instituido por el sistema del mundo como si fuera verdadero e ineludible. Dios hoy nos llama a ponernos del lado de aquellos por los que Jesús optó, con su misma valentía y compromiso de vida y con la absoluta convicción de que otro mundo es posible.
P. Ángel F. Furlan – Iglesia Evangélica Luterana Unida (Buenos Aires, Argentina)
[1]En los primeros trece versículosde este mismo capítulo.
[2]Cr. San Lucas 16:14: “Los fariseos, que eran amigos del dinero, escuchaban todo esto y se burlaban de Jesús”.
[3]Como dice la letrilla de Francisco de Quevedo (1580-1645).
[4] Cf. Amós 8:5-6
[5]Cf. San Lucas 16: 15
[6]Es blasfema porque atenta contra la santidad del Nombre de Dios y su Voluntad de Vida y resiste activamente contra el establecimiento de su Reino, negando activamente las tres primeras intenciones del Padrenuestro.
[7] Fuente: Diario “El Economista”, España, Edición Digital, 19 de noviembre de 2014. “Los trajes de caballero más caros del mundo”.
[8]Bertolt Brecht ingeniosamente preguntaba “¿Qué es el robo de un banco en comparación con fundar uno?”, en otras palabras, es mayor crimen fundar un banco que robar un banco ya que los robos a los bancos, si bien condenables, son esporádicos y acotados mientras que el sistema financiero roba, destruye y mata, sin pausa, las veinticuatro horas de todos los días.
[9]Seguramente podré ser acusado de ver la mitad vacía del vaso, pero no puedo aceptar la satisfacción manifestada por haber reducido la pobreza extrema a la mitad durante un período de quince años. Alegrarnos por esto es aceptar que todavía haya casi mil millones de personas viviendo en la pobreza extrema, es decir pasando hambre todos los días. ¡En quince años no se pudo terminar con el hambre! Con el esfuerzo de todas las naciones (¡?) Mientras tanto se gastó mucho más que lo necesario para acabar no solo con la pobreza extrema sino con la misma pobreza, en armas de destrucción masiva (y no precisamente las que se suponía que Irak había acumulado y que fueron pretexto para una guerra “preventiva” del imperio).
[10]Cf. Amós 6:4
[11]El nombre de Lázaro o Eleazar significa “El ayudado por Dios” o “Dios es mi ayuda”.
[12]Cf. Génesis 4:10
[13]Cf. Evangelio según San Lucas 6:24-25
[14]Este es en realidad el significado del mandamiento “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
[15]Esteno es otro que el camino de la cruz ya que implica, por supuesto, asumir también las consecuencias – pérdida de privilegios, estatus y hasta la misma vida.
[16]Cf. Gunter M. Prüller-Jagenteufel. “Poner palos en la rueda - La actualidad de la ética de la resistencia de Dietrich Bonhoeffer”. En Revista “Pasos” N° 127, pág. 45
[17]Cf. Romanos 12:2; San Juan 3:3. Es imposible ver, entender y participar de esto completamente nuevo que es el Reino de Dios si no cambiamos nuestra manera de pensar naciendo de nuevo cada día en la constante renovación de nuestro bautismo.