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27 de octubre de 2016

Compartiendo la Palabra (Juan 8:31-36)

Autor/es: Ángel Furlan

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31 DE OCTUBRE - DÍA DE LA REFORMA

DOMINGO DE LA REFORMA

30 DE OCTUBRE DE 2016

San Juan 8:31-36

En toda la historia del pueblo de Dios, él se manifiesta como el Dios de la libertad. Frente a la opresión de los esclavos bajo el poder del faraón y los ídolos de Egipto Dios es el Dios que declara "Yo he visto la opresión de mi pueblo, que está en Egipto, y he oído los gritos de dolor. Sí, conozco muy bien sus sufrimientos. Por eso he bajado a librarlo”. Él es el Dios de la vida y la libertad que triunfa sobre el poder del faraón y los ídolos que esclavizan. Cuando el pueblo de Dios sufre bajo el poder de la tiranía de sus propios reyes y del imperialismo extranjero Dios es el que proclama una nueva libertad a través de los profetas y finalmente, con la proclamación de la Buena Noticia, el Evangelio, Jesús nos hace parte de un proceso de liberación cuyo propósito es conducir a los seres humanos a la libertad verdadera y permanente.

San Pablo compara este proceso de liberación con el del crecimiento humano y nos dice que la fe en Jesús nos hace hijos adultos de Dios y que como tales nos hace totalmente libres[1] y describe esta libertad diciendo que los que han aceptado la Buena Noticia de Cristo y han abierto su mente a una renovación, a un cambio, son capaces de discernir por sí mismos “lo que es voluntad de Dios, es decir lo que es bueno, lo que es conveniente, lo que es completo”[2]. Esto es lo que había sido anunciado por el profeta Jeremías “pondré mis leyes en sus corazones, les daré un corazón nuevo”, es decir una nueva manera de pensar y entender la vida y la libertad.

Pero, tanto en el tiempo de Jesús como en el día de hoy, hay quienes no quieren que el pueblo, la gente común, crezca, se eduque, piense, tenga discernimiento y viva en libertad. Por el contrario van a hacer todo lo posible para mantener al pueblo en la ignorancia, la inmadurez y la pobreza para que esto les permita tener dominio sobre sus vidas.

Desde lo religioso hay una manera de enseñar que valida y sostiene el modelo de dominación y sometimiento. Todavía hoy hay sectores poderosos dentro de la institución iglesia que están aliados con los poderosos de este mundo y como los fariseos y saduceos del tiempo de Cristo, utilizan la religión como un instrumento de dominación.

El 31 de octubre es la fecha en que, en las iglesias de tradición luterana y en mayoría de las iglesias protestantes, se conmemora la Reforma. En ese día, en el año 1517, un monje agustino y sacerdote de la Iglesia Romana llamado Martín Lutero clavó en la puerta de la iglesia del castillo de la ciudad de Wittenberg un escrito con 95 tesis o proposiciones contra la venta de indulgencias. Las tesis, concebidas originalmente como soporte o instrumento para un debate teológico[3], se transformarían en poco tiempo en el disparador de un movimiento capaz de conmover los fundamentos de la vida del siglo XVI y dar un nuevo rumbo a la historia.

Este movimiento traería libertad al pueblo común que, esclavizado por el miedo a Dios y a sus “representantes”, vivía bajo el temor y la angustia de miles de años de tortura y sufrimiento en el purgatorio[4] a causa de sus pecados. Los líderes religiosos, seducían a la gente afirmando que para escapar de ese lugar de tormento bastaba comprar unos documentos, llamados “indulgencias”, que llevaban la firma del pontífice romano y aseguraban el perdón de Dios tanto para los vivos como para los muertos[5]. Lajerarquía eclesiástica se había desviado de la enseñanza de Cristo, y en sociedad con los poderosos del mundo y los mercaderes financieros[6], se había transformado en un instrumento de opresiónque despojaba a la gente del dinero que necesitaba para vivir al tiempo que sostenía y consolidaba el sistema imperial de dominación.

Martín Lutero redescubrió el mensaje de Cristo en las Sagradas Escrituras y encontró algo totalmente distinto. Encontró que Dios no es así, que Dios es el Dios de la vida y la libertad, que Dios está del lado de los pobres y oprimidos. Esa es la verdad que nos libera en Jesucristo y Lutero se atrevió a predicarla.Dios quiere que los seres humanos seamos libres de cualquier cadena externa con la que otros seres humanos nos quieran arrebatar la libertad y también de cualquier tipo de dominio interior que nos someta a las cadenas de la mentira. Él quiere que seamos dueños de nuestra vida, inteligencia, voluntad, conciencia.

La relación con Dios y entre los seres humanos no está basada en privilegios de raza, nacionalidad, educación, posición o mérito como el que pretendían los judíos en este texto del Evangelio de San Juan y los fariseos de todos los tiempos. Jesús vino a liberarnos del sistema que esclaviza y dar a luz una comunidad y un mundo completamente distintos.

La liberación en Cristo necesita ser predicada más que nunca en un mundo invadido por una especie de darwinianismo que preconiza la selección de los más aptos social y económicamente, desde un evolucionismo neoliberal manifestado en la glorificación (deificación) de las finanzas y la producción como factor determinante. Un mundo en el que quien no es eficiente económicamente y no produce, quien no cumple con los estándares de rendimiento, prácticamente no tiene derecho a existir con la dignidad de persona. En este mundo es en el que tenemos que servir a la verdad de Cristo que es liberación y vida plena para aquellos que han quedado fuera, la verdad de Cristo que proclama el valor de la vida y la dignidad inherente de todos los seres humanos.

Es nuestra misión proclamar al Cristo que nos libera del temor y nos capacita para amar a Dios desde una nueva perspectiva, la del hijo, la hija, que ha sido recibida en el hogar del Padre por la gracia, por puro amor y no por merecimiento.

Él es la imagen del Dios verdadero que nos libera del dios falso que gobierna el mundo y que también llevamos adentro y que nos dice que lo único importante somos nosotros mismos y el poder que podemos tener sobre otros. Frente a la ideología del anti-Cristo, Él nos libera para servirnos mutuamente. Sólo alguien que sabe que es libre no tiene miedo de ser esclavo, siervo de los demás. El/la que ha sido liberado/a por la gracia de Dios es capaz de darse, de ofrendarse a otros y otras sin reservas ni condicionamientos.

Él nos libera como iglesia para ser una comunidad integradora, una comunidad de iguales, en la que la diversidad es recibida como riqueza y no como limitación. Una iglesia que sigue los pasos de Jesús es una iglesia que reconoce en un mismo pie de igualdad a los marginados del sistema social y religioso, y a todos los excluidos por interpretaciones no liberadoras de la Palabra de Dios. Un iglesia que hace una opción por los empobrecidos frente a los poderosos, una iglesia que cree en el poder de la semilla de mostaza, del grano de trigo que cae en la tierra y muere y que trae a la realidad otro mundo posible.

La Buena Noticia de Dios en Jesucristo nos llama a la libertad de ver otros valores, de asumir otros riesgos, de vivir de otra manera, de seguir el camino que nos señaló, no porque somos mejores o más santos que las demás personas, sino porque hemos conocido a Jesús y en él, a la Verdad que nos hizo libres.

P. Ángel F. Furlan – Iglesia Evangélica Luterana Unida

Buenos Aires, Argentina



[1] Cf. Gálatas 3:23, 4-7

[2] Cf. Romanos 12:1-2

[3] El título del documento es “Disputación acerca de la determinación del valor de las indulgencias” (Disputatio pro declarationevirtutisindulgentiarum) y su párrafo introductorio dice: “Por amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de estaúltima disciplina en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén.” (Obras de Martín Lutero, Volumen I, Editorial Paidós, Buenos Aires 1967, página 7)

[4]El actual catecismo de la Iglesia Católica Romana (§1030 y 1031) afirma“Los que mueren en la gracia y en la amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de su muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo”…Respecto a ciertas faltas ligeras, es necesario creer que, antes del juicio, existe un fuego purificador”… Pero, tanto la concepción popular como la insistente predicación de muchos frailes y sacerdotes durante la baja Edad Media, exacerbaban la ideade fuego ardiente y muchos otros tormentos como parte del proceso de purificación. La cuantificación temporal del proceso, por otra parte, abría la posibilidad de abreviarlo por distintos medios como el ofrecimiento de misas, oraciones, limosnas, compra de indulgencias a favor de los difuntos, etc. En este sentido véase la próxima referencia sobre la predicación de Juan Tetzel.

[5]Como afirmaba uno de los predicadores oficiales de las indulgencias, el fraile dominico Juan Tetzel, “tan pronto la moneda de plata suena en la caja, volando va el alma purgatorio fuera”.

[6] El beneficio obtenido por la venta de las “letras papales” de perdón de León X sería utilizado para la construcción de la basílica de San Pedro. Pero el tema tenía aristas aún más obscuras. Por ejemplo, en el año 1506 Alberto de Brandeburgo, con sólo 23 años, fue nombrado por el papa arzobispo de Magdeburgo. En 1514fue nombrado por el papa arzobispo y príncipe elector de Maguncia y poco más tarde lo hizo cardenal. Para poder obtener las dispensas papales necesarias para tal acumulación de cargos (no permitida por la ley canónica), pagó al papa León X una muy elevada suma (24.000 ducados) que le fue adelantada por la banca Fugger (conocidos empresarios capitalistas y usureros). Para facilitarle el pago de la deuda, el papa le autorizó la venta de indulgencias en sus territorios, y la banca Fugger fue autorizada a recibir el dinero.

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