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24 de abril de 2009

Buscando nuestra espiritualidad - La teología de la calle de Jesús

Autor/es: Julio R. Vargas-Vidal

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Llamémosle como querramos, pero lo que Jesús practicó fue teología de la calle. Su forma de hablar no era la forma de hablar de la
sinagoga o del templo era la forma de hablar pueblerina. En ocasiones, Jesús fue bastante áspero y hasta nos atreveríamos a decir un poco bruto en sus expresiones, claro está, en el sentido correcto de la expresión. En otras ocasiones, tal como sucede con los jóvenes, fue un tanto crudo, brusco y rudo en sus contestaciones, creando controversias y objeciones. Usó metáforas comunes de la época, tal como la que leemos en Lucas 14.34-35, donde compara la sal
sin sabor, o el creyente que no da gusto con el estiércol, pero llamado en su forma griega más vulgar.

Jesús tenía una teología de la calle, porque hacía teología en la calle. Sorprendía aún a la gente en las calles. Y aún así, la gente se aparecía por montones, y lo encontraban más interesante que los
escribas y que los fariseos. Jesús era auténtico y tenía el poder de "hacer sentido" de las necesidades humanas y así
evitar el lenguaje teológico o el mucho razonamiento académico. Su teología, o forma de hablar de Dios, se basó en la gente común y corriente - como tú y yo - la gente que conocía en la calle. No era teología del templo ni de la sinagoga. Es más, Él como que no encajaba con la gente del templo - muy parecido a ustedes los jóvenes hoy día. No encajaba por culpa de su discurso, de su postura política, de su visión de mundo, ni por la juntillas que se pasaban con él: la escoria de la comunidad. Es por eso que los milagros, las apariciones y las transformaciones prefería hacerlas en la calle. El primer día de Pascua, el Cristo resucitado no se encontraba en el templo, sino se encontraba caminando en el camino de Emaús. Caminaba con dos de sus discípulos que aún no le reconocían. ¿Que no le
conocían? ¿Y cómo puede suceder esto?

¿Cuántas veces hemos estado al lado de Jesús y no le hemos conocido?
¿Cuántas veces hemos estado en presencia de Dios y no lo hemos reconocido? Es en la juventud que estamos más receptivos a muchas
emociones. Es por eso que es en la juventud donde mejor podemos hablar de algo muy importante, la espiritualidad, y de cómo nuestro espíritu debe estar más receptivo a reconocer a Dios cuando lo siente.

Yo he sentido la presencia de Dios, y de las enseñanzas de Jesús, cuando años atrás ibamos con los jóvenes de mi iglesia a
darles de comer a la comunidad de deambulantes del Viejo San Juan, Santurce y
Río Piedras, en Puerto Rico. Lo he sentido cuando he asistido en varias ocasiones a la sinagoga judía. Yo he sentido la presencia de Dios, y de las enseñanzas del Cristo vivo, yendo al cine, viendo ciertas películas que me han impactado, tales como:
Schindler´s list, Pay it forward, Remember the Titans, Vertical limit, Life is beautiful, Jakob the liar, y otras. De igual manera, he sentido la presencia de Dios, y de las enseñanzas del Jesús no- religioso, en mucha música secular que escucho a diario. Dios se encargará de hablarles a ustedes los jóvenes de muchas formas, si es que las formas de la iglesia no les hablan. Sepan que aún las piedras van a hablarles. Lo importante es que cuando Él se encuentre con ustedes en el camino, en la calle, ustedes estén en la disposición de
encontrarse con Él. Y creanme, la gente evaluará la forma de ese encuentro con Dios, pero lo importante es que tú lo entiendas.
Pero, como bien dijo un cantautor español: "...que los demás aguanten."

Desarrollar esa espiritualidad desde joven implica experimentar la vida, estar al tanto de todo, mirar dentro de ti para ver todos tus sentimientos, y aprender a mirar la belleza que existe a tu alrededor. Y desde ahora te digo, joven y adulto que lees esto, la espiritualidad no es usar la religión para inculcar temor, miedo o culpa ni es para pasarse diciendo lo que no se debe hacer, los males y demonios de los demás, los males del mundo o para enumerar las mil
y una formas de llegar al infierno.

En nuestro caminar lleno de vigor juvenil, lleno de beepers, CD's y DVD's, agendas electrónicas, música alternative, rap, chat rooms, celulares y correo electrónico, ¿cómo encontraremos a ese Jesús? Te daré unos consejos que, a mis tiernos y juveniles 32 años, me han resultado, o por lo menos he visto que funcionan. Bueno, aquí están.

1) Escribe lo que te salga del corazón (poema, canción, cuento, oración, diario personal, etc.)

2) Dale un regalo no esperado a
alguien

3) Construye un regalo

4) Pídele a alguien que te cuente su
historia personal

5) Pide perdón por algo pasado

6) Cocínale a tu familia (nada muy fancy, no sea que la espiritualidad se vaya a
pique)

7) Haz una nueva amistad

8) canta sola(o)

9) Tómate un baño laaaargo (y sigue cantando)

10) Hazle un favor a alguien

11) Demuestra respeto

12) Lee, lee, lee

13) Encuentra tus dones y aquellas cosas que verdaderamente amas hacer y te salen naturalmente

14) Disfruta el ser un ser humano, donde ser humano o humana implica ser obediente a la voluntad de Dios

15) No juegues a ser Dios

16) Manténte de rodillas lo suficiente como para darte cuenta que no eres Dios

17) Se real, se tú

18) Busca un tiempo para Dios.

Jesús tenía una teología de plaza del mercado - pueblerina, callejera, radical, underground. No obstante, supo hacer teología de la elite y de la clase educada e intelectual cuando así fue necesario. La juventud nuestra muchas veces es desvalorizada y no tomada en serio en muchas ocasiones. Sin embargo, hace poco tuve la
dicha de ver como una denominación en Puerto Rico celebraba su asamblea anual. Este año le dedicaron dicha asamblea a su juventud
denominacional. Pero eso no se quedó allí. Quién dirigió y presidió todo, no tanto la programación, sino los trabajos de tipo
parlamentario, fue un joven. Aquí veíamos a toda una denominación siendo dirigida por Dios primero, pero con un joven dedicado que
sabía tomar las riendas de su iglesia. Nuestros jóvenes no van a hacer teología de adultos, pero tampoco la harán de niños.
No esperemos que hagan teología de ministros ordenados, pero eso no quiere decir que sea una teología neófita. Jesús habló con la gente y se adaptó a sus realidades. Caminó donde el pueblo caminó. Su teología se ensució con el polvo de los caminos, no con el barniz de los interiores de las sinagogas. Mientras estaba en las calles,
veredas y caminos, su mensaje no cabía en el templo o en la academia. Después de todo, el encuentro que tengamos con Jesús
simplemente nos va a aliviar, nos hará descansar, nos levantará y nos sanará.

(Preparado para ser trabajado con jóvenes)

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