Ya me imagino a Maria Magdalena ese primer día de la semana, muy temprano, tan temprano que aún estaba oscuro, caminando presurosa y pensando en todo lo que iba a hacer en cuanto llegara al sepulcro donde descansaba el cuerpo de Jesús.
Seguramente aún se encontraba muy deprimida por haber sido testigo del sufrimiento de su Señor, tal vez hasta tenía los ojos hinchados de tanto
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