Gracias, Señor, por el adviento
en medio de esta profunda oscuridad.
Porque frente al grito sordo de la violencia,
tu voz aún suena como susurro.
Porque si la angustia se levanta contra la vida,
tu amor todavía nos alcanza.
Porque cuando todo damos por perdido,
vuelves a creer en nosotros
y nos confías el don inefable
de anunciar tu buena nueva