¡Qué bueno es detenerse!
Señor, me gustaría detenerme en este mismo instante.
¿Por qué tanta agitación? ¿Para qué tanto frenesí?
Ya no sé detenerme. Me he olvidado de rezar.
Cierro ahora mis ojos. Quiero hablar contigo, Señor.
Quiero abrirme a tu universo,
pero mis ojos se resisten a permanecer cerrados.
Siento que una agitación frenética invade todo
Señor Jesucristo, columna de unidad y rey de la fraternidad. Envíanos cada mañana una ráfaga...
Señor Dios, te alabamos y te glorificamos por la hermosura de ese don que se llama diálogo....
Llegó y la casa se llenó de fragancia. Parece primavera. En Ti, Padre santo hontanar de toda...