La Encarnación del Verbo en el mundo nuestro viene del hambre.
Hambre de Dios por el mundo. Hambre del mundo por Dios. Hambres que se complementan, se fecundan y se sostienen mutuamente, en relación que viene del cosmos y se entierra en las profundidades de
la existencia humana y natural. Dios tiene hambre del mundo.
Siempre la ha tenido. Por eso llamó "bueno" a todo lo creado.
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