Mañana, a las siete en punto de la tarde tengo una entrevista con mi amigo Jesús, el Hijo de Dios. Tal vez por amistad o por alguna otra razón divina que desconozco, me la concedió en forma personal.
Inmediatamente tomo papel y lápiz y me dispongo a enumerar las cosas a pedir. Por descontado y prioritariamente, pido dinero, aunque después de pensarlo, me rectifico y pido salud para disfrutar el
No hay recursos disponibles